El ideal de una muerte digna aumenta interés por suicidio asistido en Suiza

GINEBRA. Cerca de 1.300 personas fueron acompañadas el año pasado por la asociación suiza Exit para cumplir con su voluntad de morir de forma digna y acceder con ese fin a un suicidio asistido, un acto que la ley en Suiza permite bajo ciertas condiciones.

Cerca de 1.300 personas fueron acompañadas el año pasado por la asociación suiza Exit para cumplir con su voluntad de morir de forma digna y acceder con ese fin a un suicidio asistido, un acto que la ley en Suiza permite bajo ciertas condiciones.
Cerca de 1.300 personas fueron acompañadas el año pasado por la asociación suiza Exit para cumplir con su voluntad de morir de forma digna y acceder con ese fin a un suicidio asistido, un acto que la ley en Suiza permite bajo ciertas condiciones.Shutterstock

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Esa cifra representa 68 casos más que en 2019 y confirma la tendencia a un aumento de la demanda por suicidios asistidos, que se ha triplicado desde 2010, según datos de la Oficina Federal de Estadísticas.

Tras más de 2.100 nuevas adhesiones en lo que va de 2020, Exit cuenta actualmente con 168.000 miembros. Fundada en 1982 es una de las asociaciones más antiguas del mundo dedicada a ayudar a personas que -de acuerdo a sus estatutos- tienen razones valederas para querer dejar este mundo.

La normativa que regula este complejo asunto en Suiza data de 1942 y establece, entre otras condiciones, que la persona que brinda su ayuda para este acto no tenga “razones egoístas”, como por ejemplo un beneficio económico.

Es por ello que quienes ayudan a poner fin a la vida de una persona en Exit son voluntarios y no reciben remuneración alguna.

Solo pueden acceder a este servicio personas que tienen una enfermedad terminal, padecen un sufrimiento o síntomas insoportables o aquellos con una discapacidad intolerable.

Otros requisitos son que la persona que pide asistencia tenga pleno discernimiento, que su idea haya sido muy reflexionada y no producto de un impulso, y que nadie ejerza una influencia indebida sobre ella.

Pero la condición más importante y que hace la principal diferencia entre el suicidio asistido y la eutanasia es que, en el primer caso, la persona que desea morir debe efectuar el gesto con su propia mano, sea bebiendo una dosis letal de barbitúricos disuelta en agua o activando el mecanismo para recibir el fármaco por vía intravenosa.

Aunque Exit es la más conocida, existen otras asociaciones creadas en Suiza con objetivos y filosofía similares, basados en el respeto de la autodeterminación, de la libertad de elección y de la dignidad hasta el último instante de vida.

La asociación Dignitas, creada en 1998, es una de las que cumple esa misión y, como en el caso de Exit, sus actividades van más allá del acompañamiento al suicidio y se extienden a la prevención de tentativas de suicidio, y al consejo médico y psicológico al paciente y sus familiares.

De hecho, Exit afirma que la opción de un suicidio asistido es una forma efectiva de prevenir el acto de quitarse la vida.

En sus casi cuarenta años de funcionamiento, saber que siempre existe esta posibilidad disuadió a más de la mitad de personas que inicialmente pidieron ayuda para morir a que soportaran sus padecimientos hasta morir de forma natural.

Otra asociación suiza, Lifecircle, también ofrece servicios amplios, que incluyen asesoría y apoyo para cuidados paliativos y para el cumplimiento de un testamento vital, además de consejos para la prevención del suicidio.

La médica suiza Erika Preisig fundó esta asociación tras haber acompañado a su padre en el camino hacia una muerte voluntaria, una experiencia que le permitió conocer el trabajo de las asociaciones dedicadas a esta misión y la llevó a trabajar dos años en una de ellas.

“Vi destinos que uno no puede imaginarse. Gente con las discapacidades más severas debido a enfermedades incurables que recorrían la mitad del mundo para llegar a Suiza, solo para redimirse de ese sufrimiento terrible y ser asistidos en un suicidio en condiciones dignas y seguras”, relata en su página web.

La más reciente entre las asociaciones que trabajan en esta área es Pegasos, fundada en 2019 y dirigida en gran medida a extranjeros (el inglés es su primer idioma de trabajo).

Entre sus objetivos declarados figura reducir la carga burocrática y los tiempos de espera, particularmente en situaciones urgentes.

En estos casos el plazo de espera puede ser de semanas, en lugar de meses, que es lo que suelen tardar otras entidades análogas en dar luz verde para proceder a una “muerte voluntaria asistida”, como ha pasado a denominarse más recientemente.

Para ser miembro de cualquiera de estas asociaciones, sea con la idea de apoyar su causa o de recibir en algún momento sus servicios, la cotización anual varía entre 40 y 100 euros anuales.

Sin embargo, asociaciones como Pegasos -orientada sobre todo a personas que viven fuera de Suiza- informan de que el costo de un suicidio asistido se eleva a 10.000 euros, que incluye los trámites, las consultas médicas, el medicamento, la cremación y el envío de las cenizas al lugar que disponga la persona.

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