El dibujante del lado oscuro de la historia de China

Jesús CentenoKunming (China), 21 may (EFE).- Eran tiempos de locura colectiva, de campos de reeducación, de violencia sistemática y hasta hambrunas que un artista, Li Kunwu, vivió en primera persona y plasmó después en viñetas pese a ser uno de los episodios más trágicos y controvertidos en la historia del Partido Comunista de China (PCCh).

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La generación de Li no ha olvidado etapas tan oscuras como la del fanatismo de los guardias rojos durante la Revolución Cultural (1966-76) que, sin embargo, el Partido pasará por alto en las conmemoraciones por el centenario de su fundación, el 1 de julio.

Li, nacido en 1955 -seis años después de que se proclamara la República Popular-, recibe a Efe en su estudio de la ciudad de Kunming, en el sur del país, convencido de la necesidad de echar la vista atrás.

De ello trata su obra más conocida, los tres tomos de "Una vida en China" (editada en España por Astiberri), en los que narra, con tono agridulce, su infancia y adolescencia mezclando el cómic occidental con la tradición pictórica china y la imaginería maoísta.

"La China de ayer está estrechamente relacionada con la de hoy. Lo que quiero es que la gente tenga una perspectiva más ecuánime cuando se hable del país", explica Li.

Los capirotes con los que se señalaba a los "contrarrevolucionarios" durante la Revolución Cultural, las sesiones interminables de autocrítica, los escraches a los profesores, las delaciones y las palizas "para acabar con los vicios de la sociedad burguesa" se dan cita en sus viñetas, que se tradujeron a decenas de idiomas y recibieron premios y alabanzas en Europa.

"En Francia, o en España, el cómic es el noveno arte, pero en China todavía juega un papel muy minoritario", acota Li.

Sin embargo, tras recibir galardones en Francia mucha gente (en China) se puso en su contra: "Se suponía que tenía que hablar bien del Partido, pero en realidad no estaba ni criticando ni alabando a nadie. Simplemente quería dejar constancia de lo que pasó en un momento crítico de la historia de mi país", argumenta.

LA IDEOLOGÍA DEL DINERO

Ayudado por el diplomático y escritor francés Phillipe Ôtié, Li tiró del hilo para rememorar cada detalle de la época (desde las expresiones cotidianas a las grandes pancartas propagandísticas) pese al dolor que este proceso causó en su círculo más íntimo.

El propio padre de Li, miembro del PCCH, fue enviado a un centro de reeducación, algo que no impidió al artista -años después- solicitar su ingreso en el Partido para limpiar el nombre de su familia y trabajar como ilustrador en el "Diario de Yunnan", periódico que todavía se edita en su ciudad.

"Los jóvenes desconocen los excesos de la Revolución Cultural. Sólo tienen la experiencia de hoy día, y sin embargo aquello tuvo un impacto muy profundo, hasta el punto de que, aunque hayan pasado 40 años, la sociedad aún conserva mucho de lo que pasó entonces. Hizo que nos enfrentáramos entre nosotros", apunta el ilustrador.

Li cree que aunque la ideología comunista haya perdido relevancia y su espacio lo hayan ocupado el nacionalismo o el dinero, para avanzar es necesario recordar, también lo bueno: "Hubo dolor pero, al mismo tiempo, momentos felices. A mí no me gusta el materialismo o la competitividad de ahora. Los jóvenes deberían saber más sobre cómo viven los trabajadores (de las clases más bajas)", dice.

LA VIDA SIN MAO

"Hace cuatro días ya que el Gran Timonel nos dejó. Nunca imaginé que pudiera ocurrirnos esto, que fuéramos a tener que vivir así, sin él, solos, desamparados", escribe Li en un bocadillo para describir lo que supuso la muerte del líder Mao Zedong.

"Cuando murió -evoca el artista- sentimos que todo había acabado, que ya no había esperanza. Yo tenía 21 años, estaba en el Ejército y no tenía ni idea de qué pasaría después".

Su obra, dibujada en blanco y negro con toques caricaturescos, exhibe las contradicciones entre la opresión de entonces y la adoración ciega a Mao, posteriormente absuelto con el mensaje institucionalizado de que "hizo un setenta por ciento de cosas buenas y un treinta por ciento de malas".

El Partido, asevera, cambió de rumbo tras culpar a la Banda de los Cuatro -formada entre otros por la esposa de Mao- por los abusos cometidos durante la Revolución Cultural, lo cual creó un sentimiento de liberación colectiva, recogido en el segundo tomo.

El tercer volumen narra el periodo de la Reforma y Apertura (1978) que, a ojos de Li, generó prosperidad pero también nuevos problemas, como la desigualdad, el éxodo rural o la política del hijo único que, cuenta a Efe la académica Ye Liu, provocó "la masculinización de la población debido a la desaparición de niñas, que fueron abandonadas o abortadas".

"Hay debates que son para las generaciones venideras. A esas generaciones que no habrán conocido los suplicios indescriptibles a los que fuimos sometidos", describe Li.

El cambio -dice- ha sido extremo respecto a los días de su infancia, cuando no había casi de nada: "Quizá la gente de hoy lo que tiene es acceso a demasiadas cosas".

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