El presidente de Sudáfrica dice que el "intento de insurrección ha fracasado"

Johannesburgo, 16 jul (EFE).- El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, afirmó hoy que la ola de disturbios y saqueos masivos de la última semana, que causó 212 muertos y 2.524 detenidos en este país, fue un "intento de insurrección" que "ha fracasado" porque los sudafricanos se levantaron para defender la democracia.

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"Este intento de insurrección ha fracasado en obtener el apoyo popular. Ha fracasado por los esfuerzos de nuestras fuerzas de seguridad y ha fracasado porque los sudafricanos se han levantado para defender nuestra democracia duramente ganada", manifestó el mandatario, en un mensaje dirigido a la nación.

Para el jefe de Estado "es claro ahora que los eventos de la pasada semana no fueron otra cosa que un ataque deliberado, coordinado y bien planeado" a la democracia sudafricana.

"Usando el pretexto de una reclamación política, los que están detrás de estos actos buscaron provocar una insurrección popular. Buscaron explotar las condiciones económicas y sociales bajo las que viven los sudafricanos -que han empeorado desde la pandemia de coronavirus- para provocar a los ciudadanos ordinarios y las redes criminales a involucrarse en actos de saqueo oportunista", dijo.

"El caos consiguiente fue usado como pantalla de humo para llevar a cabo un sabotaje económico", agregó.

En ese contexto, el presidente admitió que hay que "reconocer" que el Estado estaba "pobremente preparado" para enfrentarse a una "campaña orquestada de violencia pública, destrucción y sabotaje de esta naturaleza".

Ramaphosa apuntó que los daños son millonarios, por lo que se prepararán fondos de asistencia, y que seguramente en las próximas semanas crecerán los casos de covid-19, enfermedad de la que el país atraviesa actualmente una agresiva tercera ola.

"Encontraremos a los que instigaron esta violencia. Rendirán cuentas por sus actos. No permitiremos que nadie desestabilice nuestro país y se salga con la suya", prometió.

Además, pidió a los sudafricanos usar el próximo domingo, fecha en la que se celebra el Día de Nelson Mandela (por el aniversario del Nobel de la Paz e icono de la lucha contra el régimen racista del "apartheid"), para llevar comida a los necesitados y limpiar las calles, como muchos ya han hecho en las últimas dos jornadas.

La oleada de incidentes comenzó el pasado 9 de julio, inicialmente en forma de protestas por el encarcelamiento del polémico expresidente Jacob Zuma (2009-2018) por desacato judicial después de negarse repetidamente a declarar por corrupción.

En los siguientes días, los altercados se replicaron en otras zonas -especialmente en Johannesburgo- y tornaron en una caótica oleada de disturbios y saqueos masivos, con turbas arrasando centros comerciales y tiendas, quemando edificios y vehículos y cortando carreteras y calles.

El estallido de violencia se veía así alentado por problemas sociales preexistentes, como la extrema desigualdad, el desempleo, los elevados niveles de criminalidad general en el país y el malestar por la pandemia de covid-19.

Aunque las autoridades no han señalado aún públicamente a presuntos culpables, los medios locales colocan en el centro de las investigaciones de la instigación de la violencia a familiares, exespías y veteranos antiapartheid militarizados afines a Zuma.

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