La diáspora Bielorrusa: el temor de los que huyeron de la represión

Maribel ArenasMadrid, 16 dic (EFE).- "Miedo", "amenazas" y "represalias" son las palabras que más repiten los opositores bielorrusos al gobierno de Alexandr Lukashenko, muchos de los cuales tuvieron que abandonar su país hace años para encontrar un futuro mejor, pero que siguen temiendo las represalias contra sus familiares que quedaron allí.

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En España, actualmente residen 5.828 bielorrusos, de los cuales 1.934 son hombres y 3.894 mujeres, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística.

Alexei, de 50 años, y Maryia, de 40, son dos ejemplos de esa diáspora bielorrusa. Ambos abandonaron su país para instalarse en España hace ya casi veinte años.

En una entrevista con EFE en Madrid pidieron utilizar nombres ficticios para mantener su identidad en secreto por temor a las represalias -despidos, violencia física o prisión- que puedan sufrir sus familiares que continúan en el país.

Alexei es autónomo, posee la nacionalidad española y Maryia es empresaria y cuenta con el permiso de residencia permanente.

Oriundos de una ciudad próxima a la frontera con Polonia, se definen a sí mismos como “activistas” que no abandonaron el país por motivos políticos sino “para encontrar un futuro mejor”.

“Yo ya no viajo”, explica Alexei al tiempo que recuerda cómo tuvo que despedirse de su madre, fallecida de coronavirus, a través de una videollamada.

VEINTISIETE AÑOS EN EL PODER

Para ellos, la figura de Lukashenko -en el poder desde hace veintisiete años- es la de un “populista” que supo ganar las elecciones de 1994 porque prometió acabar con la corrupción y con los `recket´, mafias que extorsionaban a las empresas para pedirles dinero.

“Yo mismo pasé por eso. A mi negocio venían cada mes jóvenes pidiéndome dinero y amenazándome con que un día mi comercio acabaría destruido. Tenía miedo y pagaba”, relata el activista.

El mandatario gozó en aquellos comicios de cierto apoyo social por el temor al cambio de una sociedad postsoviética muy joven que prefería una “tranquilidad estable”, pese a no ser una alternativa políticamente democrática, según dijo a EFE, la investigadora senior del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), Carmen Claudín.

Claudín, que fue observadora en las votaciones de 2015, asegura que únicamente fueron “libres” las que llevaron por primera vez a la presidencia a Lukashenko.

Alexei y Maryia reconocen que el líder cumplió su promesa de eliminar las mafias, aunque, con él, los empresarios comenzaron a recibir cartas en las que se les exigía donar cierta cantidad de dinero a las arcas del Estado para obras públicas.

“Decían que era voluntario, pero si no les pagabas comenzaban a enviarte inspecciones hasta que acababas en la cárcel”, insiste el activista bielorruso.

Su compañera afirma que el principal apoyo interior del que dispone Lukashenko actualmente es el de las fuerzas de seguridad del Estado en la medida en que “se les paga muy bien”.

EN MANOS DE PUTIN

La analista internacional Susana Mangana destaca a Rusia como fundamental respaldo en el exterior en tanto que Moscú apoya económica y energéticamente a Minsk.

Mangana da un paso más y define al presidente bielorruso como “peón útil” del Kremlin en el marco de la estrategia que adoptó el mandatario ruso, Vladimir Putin, en 2014 -tras la anexión de Crimea- para “devolver el poderío” a sus fuerzas armadas y debilitar a la Unión Europea.

La creciente presencia de Rusia en su país vecino se manifiesta incluso en el modo en que el Kremlin utiliza “cada vez más el término `Bielorrusia´en lugar de `Belarús´”, explica Claudín, para quien es más correcto decir `Belarús´ no por una cuestión ortográfica sino por el origen histórico del nombre y su significado.

“Tanto en ruso como en bielorruso `bielo´ quiere decir blanco, de manera que, si traducimos `bielorruso´ estaríamos diciendo `ruso blanco´, siendo el tronco inicial lo ruso o la ruseidad”, añade.

Alexei y Maryia coinciden en que la figura de Rusia en su país natal se hace cada vez más latente.

“Lukashenko solo quiere salvarse a sí mismo y ya no tiene elección. Se ha vendido él mismo a Rusia”, sentencia el activista al tiempo que matiza que, para ellos, ya no es su presidente sino su “exvicepresidente”.

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