"Por la gracia de Dios, anoche el mundo evitó por poco una catástrofe nuclear", declaró la embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, durante una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad para discutir el incidente en la planta de Zaporiyia, la mayor central atómica de Europa.
Según Thomas-Greenfield, el ataque por parte del Ejército ruso fue "increíblemente imprudente y peligroso" y "amenazó la seguridad de los civiles en Rusia, Ucrania y Europa".
Como primer paso, la representante de EE.UU. exigió a Rusia que retire sus fuerzas de la central para permitir la atención médica del personal, asegurar que los operadores tienen acceso pleno a toda la instalación y se puedan comunicar con los reguladores y para que puedan hacer turnos que garanticen que la planta se opera de forma segura.
"Las instalaciones nucleares no pueden ser parte de este conflicto", recalcó Thomas-Greenfield, que reclamó a Moscú evitar cualquier operación que pueda poner en peligro alguno de los quince reactores nucleares que hay en Ucrania.
Además, Washington reiteró su preocupación por el control ruso de Chernóbil y el hecho de que desde la semana pasada no se haya permitido un cambio de turno de los operadores de la instalación.
"Este es un comportamiento gravemente irresponsable y causa una grave preocupación", insistió.
Según la agencia nuclear de la ONU, el ataque contra la instalación no provocó escapes radiactivos a pesar de que un edificio de la instalación llegó a incendiarse como consecuencia de los ataques.