"Túnez ha pasado de ser un punto de tránsito a un destino. La estancia de los migrantes debe ser regular, todos deben respetar el país y sus leyes", señaló Said, según la agencia estatal TAP, durante la visita de ayer de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y los primeros ministros de Países Bajos e Italia, Mark Rutte y Giorgia Meloni, para ofrecer un paquete macrofinanciero y renovar su acuerdo migratorio.
Los responsables europeos anunciaron un préstamo de 900 millones de euros, 150 millones en apoyo presupuestario y una ayuda de 100 millones para asistencia en rescates de migrantes y retornos; sin embargo, este paquete está condicionado al préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) de 1.900 millones de dólares que el Gobierno negocia desde hace año y medio.
Un crédito al que el mandatario se opone en rechazo a los "dictados del exterior", que incluyen reformas impopulares como la retirada de subvenciones a productos de primera necesidad y carburantes o la privatización de empresas estatales.
"El FMI debe revisar sus propuestas y luego se podrá llegar a una solución", defendió Said, que declaró que las soluciones no pueden presentarse en forma de dictados y que estos enfoques tradicionales agravarán la crisis no sólo en Túnez sino en toda la región del Magreb.
El motivo de esta "difícil" situación, explicó, se debe a que "los tunecinos han sido víctimas durante mucho tiempo de las repercusiones de las políticas interiores y exteriores del pasado" y lamentó que el Estado todavía no haya podido recuperar los "miles de millones" de euros en préstamos malversados antes y después de la revolución de 2011.
Desde inicios de año las autoridades tunecinas han llevado a cabo una campaña de detenciones contra opositores al presidente- que se hizo con plenos poderes en 2021 para "preservar la paz social"- lo que ha alentado las críticas de organizaciones de derechos humanos por la deriva autocrática del país norteafricano.
El pasado mes de febrero Said acusó a la comunidad subsahariana de formar parte de un complot para cambiar la identidad "arabo-musulmana" de Túnez y desde entonces miles de personas han solicitado el retorno voluntario a sus países y otras miles han optado por las salidas por mar en el Mediterráneo ya que se ha convertido en un lugar "no seguro" para los migrantes, alertan las ONG.