El hijo de Barghouti: "Salga o no de prisión, su lucha por Palestina perdurará siempre"

Núria Garrido y Jorge FuentelsazRamala (Cisjordania), 7 may (EFE).- "Salga o no de prisión, la lucha de mi padre por la causa palestina perdurará siempre. Ha entregado su vida por nuestro pueblo, es un político respetado porque viene de la calle", es el mensaje que quiere lanzar Arab Barghouti, el hijo del preso más aclamado entre la población palestina: Marwan Barghouti, encarcelado por Israel hace más de dos décadas.

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"Personalmente estoy muy preocupado por la situación en la que se encuentra mi padre. Sé que las autoridades israelíes se están cebando con él, especialmente después de los ataques de Hamás del 7 de octubre", cuenta a EFE este joven de 33 años en una entrevista en Ramala, su ciudad natal en la Cisjordania ocupada.

Barghouti padre, de 67 años, es una de las figuras más admiradas aún hoy por los palestinos; hijo de una generación llamada a suceder a Yaser Arafat -entonces líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)- y líder en Cisjordania durante la Primera Intifada (1987).

Según relata su hijo, permanece aislado en una celda muy pequeña sin apenas luz, donde, dice su primogénito, las autoridades israelíes le han agredido físicamente.

"El pasado mes de marzo lo sacaron a rastras de su celda y lo empezaron a golpear brutalmente. Mi padre se desmayó durante horas y se despertó rodeado de sangre", lamenta Arab Barghouti, quien se aferra al recuerdo que tiene de su última visita a la prisión, hace ya más de un año.

"Visitarlo implica más de 20 horas de controles. Solo puedo estar con él 45 minutos y, además, no podemos tener ningún tipo de contacto físico puesto que nos separa un cristal. Así que no puedo tocarlo, ni abrazarlo", lamenta.

"No queremos hacernos ilusiones"

Con el estallido de la guerra en Gaza, hace ya 7 meses, el nombre de Marwan Barghouti ha vuelto a coger fuerza, y hace poco se creía que podría aparecer en la lista de prisioneros palestinos que Hamás, y otras facciones armadas palestinas, buscan liberar en un canje por rehenes israelíes en caso de una tregua.

Pero Arab es consciente de lo difícil que sería que alguien como el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, un opositor de línea dura a la creación de un Estado palestino y que gobierna con ultranacionalistas, acceda a una demanda semejante.

"Este es el peor Gobierno israelí en toda la historia, así que no queremos hacernos ilusiones sobre su puesta en libertad", indica el joven. "Ya estamos viendo cómo están actuando en las negociaciones" añade.

Barghouti fue condenado en 2004 a cinco cadenas perpetuas consecutivas por asesinato y pertenencia a una organización "terrorista". En 2002, fue arrestado y llevado a juicio ante un tribunal civil israelí, donde en lugar de refutar los cargos, gritó en hebreo que era él quien quería presentar sus propios cargos contra Israel.

Enemigos en la Autoridad Palestina

Pese a haber sido comparado por muchos con Nelson Mandela, y de ser figura clave en el partido Fatah de Arafat, Barghouti también tiene enemigos dentro de la propia Autoridad Nacional Palestina (ANP) -que gobierna en Cisjordania sin popularidad y sin haber celebrado elecciones desde hace más de 15 años.

Son muchos quienes le prefieren a él antes que al sempiterno presidente palestino Mahmud Abás, de 88 años, visto como un cómplice de la ocupación con escasa legitimidad.

"La razón por la que el pueblo palestino respeta tanto a mi padre es porque ha sido uno de los pocos líderes que más ha entendido la importancia de la unidad palestina", explica Arab, y reconoce que la total división existente entre la ANP y Hamás -desde que los islamistas tomaron el poder en Gaza en 2007- solo daña a los palestinos.

Sobre cuál es la solución al conflicto israelí-palestino, Arab Barghouti es claro: "Podemos hablar de uno, dos o tres Estados, pero lo importante aquí es la retirada de todos los asentamientos ilegales y (el fin de la) ocupación militar de los israelíes de Cisjordania y en Gaza", dice.

Arab recuerda cómo su padre siempre solía decirle una cosa: que él siempre ha sido libre aunque hubiesen encarcelado su cuerpo, que la libertad es otra cosa. Sin embargo, no duda en ir más allá y culpar a la comunidad internacional de una inacción que dura más de siete décadas.

"He perdido el respeto hacia la mayoría de los gobiernos occidentales. Todos ven cómo actúa Israel, cómo detiene a personas inocentes y no hacen nada", asegura.

"Les gusta hablar de derechos humanos mientras son cómplices del sufrimiento que genera Israel contra nuestra gente", critica.

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