Miles de armenios exigen la dimisión inmediata de Pashinián por las cesiones a Azerbaiyán

"Exigimos la renuncia de Pashinián. Tienes una hora para presentar la dimisión. No tienes más poder en la República de Armenia", proclamó Bagrat Galstanián, arzobispo de la región de Tavush, la primera afectada por el acuerdo con Azerbaiyán para la delimitación de la frontera.

Galstanián, que encabeza el movimiento opositor "Tavush por la patria", llegó el jueves a Ereván tras seis días de caminata desde la localidad de Kirants.

El religioso acusó desde la Plaza de la República a Pashinián, entre otras cosas, de destruir el sistema de seguridad del país caucásico y de perder el control sobre el enclave de Nagorno Karabaj, territorio abandonado el pasado año por más de 100.000 armenios tras una exitosa operación militar azerbaiyana.

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La Iglesia Apostólica Armenia se ha puesto de parte de Galstanián y consideró justificada la indignación popular con las presuntas concesiones en Tavush sin recibir a cambio garantías de seguridad.

En respuesta, Pashinián advirtió que si Ereván satisface las demandas de la Iglesia estallará una nueva guerra con Azerbaiyán, que en los últimos conflictos contó con el apoyo de Turquía.

Galstanián inició la marcha acompañado por un pequeño grupo de seguidores, a los que se les sumaron más personas conforme los opositores se acercaban a la capital armenia.

"Es una lucha entre la mentira y la verdad. La verdad tiene que ganar y lo hará para liberar a nuestro pueblo de ese proceso de humillación. No tenemos otra salida", dijo en mitad de camino.

Según el clérigo, "es necesario detener los procesos en los que las decisiones se toman a puerta cerrada y en detrimento de los intereses nacionales".

El proceso de demarcación acordado a mediados de abril con Bakú, según el Gobierno, está muy avanzado y la frontera en la región de Tavush ya ha sido delimitada en un 90 por ciento.

Las autoridades insisten en que la delimitación de la frontera no afecta la superficie que esa república tenía en tiempos de la URSS, pero sí implica la entrega a Azerbaiyán de unos territorios que las fuerzas de Ereván controlaban tras la guerra armenio-azerbaiyana de principios de los años 90.