Toros y toreros propician un plano espectáculo en la tarde del patrón de Madrid

Paco AguadoMadrid, 15 may (EFE).- La nobleza sin el necesario fondo de raza de la corrida de El Parralejo y el voluntarioso pero monótono y opaco toreo de la terna propiciaron hoy un plano espectáculo en la corrida de la feria de San Isidro, justo la del día del patrón de Madrid, que registró un nuevo lleno en los tendidos.

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Muy desiguales de todo, salvo en sus cinco años cumplidos, los astados de la divisa sevillana acusaron también su exceso de kilos, lo que, después de emplearse poco en los primeros tercios, les hizo desfondarse o mantener una sosa nobleza sin apenas empuje ni profundidad en las embestidas a la muleta.

Y ante tal panorama la terna, lejos de resolver con menos exigencias o intentar aquilatar las pocas virtudes que ofrecieron, se alargó en seis faenas grises, sin apenas lucimiento ni momentos destacables, y casi todas rematadas, además, de feas estocadas en los bajos. No es de extrañar que, casi dos horas y media de aburrimiento después, el festivo público buscara la salida rápida e la plaza.

Con todo, la actuación de mejor tono fue la de Miguel Ángel Perera, que con los dos toros de su lote se mostró sobrado de oficio y de firmeza, lo que le valió para lucir muy por encima de la desagradecida condición de un segundo que se defendía ante el mando de su muleta, pero al que siempre se impuso.

Otras cosa fue lo del cuarto, de aparatosa cuerna y que fue perdiendo celo a marchas forzadas después de que Perera le abriera el trasteo de rodillas en los medios para luego empecinarse en un muleteo técnico y firme pero de escaso calado, y tan largo que al extremeño le sonó un aviso cuando aún seguía intentando sacar un partido ya negado.

Paco Ureña tuvo una vuelta a Madrid muy desangelada, lo mismo con un tercero débil de riñones al que ayudó poco con muletazos incoherentes en alturas, trazo y colocación, que con un quinto de 605 kilos, de buena construcción pero pasado de peso, con el que se le vio con pocas ideas, aguantando más que mandando en un esfuerzo de largo metraje y nula repercusión.

Por su parte, Alejandro Fermín dejó en evidencia la falta de un mayor oficio y de una mejor actitud necesarias para confirmar la alternativa en Madrid, y más aún en plena feria de San Isidro.

Así fue como, sin mayor pulso, no aprovechó la clase que sacó el toro de la ceremonia en unas contadas, pero suficientes, arrancadas, mientras que hizo un vano esfuerzo por remontarse a un sexto simplón y de gran tonelaje que, protestando, le enganchó constantemente los engaños.

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FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de El Parralejo, todos cinqueños y muy desigualados de presentación, tanto en volumen como en cabezas y hechuras, y de juego en general manejable, pero sin celo de salida y con un escaso fondo de raza en el último tercio, algunos sin poder con su exceso de kilos.

Miguel Ángel Perera, de verde botella y oro: estocada baja trasera (palmas tras aviso); metisaca bajo y bajonazo (silencio tras aviso).

Paco Ureña, de caña y oro: pinchazo y estocada corta (silencio); bajonazo (silencio).

Alejandro Fermín, de lila y oro, que confirmaba la alternativa: pinchazo, estocada baja y descabello (silencio tras aviso); pinchazo, pinchazo en los bajos y bajonazos (silencio tras aviso).

Fermín confirmó el doctorado con el toro "Escultor", nº 76, negro, de 591 kilos.

Entre las cuadrillas, Fini y Vicente Herrera saludaron tras banderillear al cuarto.

Quinto festejo de la feria de San Isidro, con lleno en los tenidos (más de 22.000 espectadores), en tarde nublada y fresca.

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