Tres toreros punteros desaprovechan una buena corrida de Victoriano del Río en Madrid

Paco AguadoMadrid, 16 may (EFE).- Tres toreros punteros, habituales en los carteles de las grandes ferias, se dejaron ir hoy casi al completo, y ante una abarrotada plaza de Las Ventas, una buena corrida de Victoriano del Río con condiciones sobradas para que se le cortara alguna oreja más que la que solo se llevó, y muy generosamente, Tomás Rufo del tercero de la tarde.

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Y eso que el público que se sentaba en los tendidos, en una tarde de las que antes se llamaban 'de clavel', acudió con un espíritu bonancible, dispuesto a aplaudirlo y a premiarlo todo para justificar a la salida el precio de la entrada, bien con un triunfo, aun artificial, o un buen resultado estadístico, aunque hinchado o poco justificado.

Pero la terna no dio ocasión ni para eso, si se exceptúa la muy sobrada oreja que paseó Rufo de ese tercer toro, y para cuya concesión contó especialmente la fea voltereta que sufrió en mitad de una faena plagada de altibajos ante un terciado ejemplar medido de fuerzas pero sobrado de clase a la hora de tomar los engaños.

El torero toledano apostó fuerte al abrirle trasteo con las dos rodillas en tierra para así ligarle ya los primeros muletazos con la mano derecha, pero a los que, como los que siguieron ya erguido, les faltó el pulso necesario para equilibrar y potenciar la gran virtud del animal, al que hizo hocicar o perder las manos en demasiadas ocasiones.

Fueron las de Rufo series cortas, apenas de tres y el de pecho, con cierta aceleración, y jaleadas con la intensidad que no tenía su toreo, por un público que se emocionó más con el percance motivado por un desajuste técnico del torero al cambiarse el engaño de mano. Y que, tras el susto, le apoyó aún más cuando aún le pegó algunos naturales sueltos antes de una estocada de rápido efecto que desató la exagerada pañolada.

Fue, por tanto, el único momento que pudo desatar esa preconcebida euforia de las típicas tardes de cita social en Las Ventas, porque los otros dos matadores del cartel, dos veteranos considerados 'primeras figuras', no acertaron a subirse al carro del triunfalismo ni con toros de evidentes opciones.

No las tuvo, en realidad, el primero de Castella, que se paró tras un seco y duro inicio de faena del francés, obligando a abreviar de manera insólita a quien suele dilatar tanto sus trabajos. Pero sí que las mostró el cuarto, que buscó las tablas de salida y al que el de Béziers, extrañamente, solo sacó a los medios para preparar la estocada.

Con todo, el castaño de Victoriano del Río tuvo nobleza y mucha duración a pesar de que Castella jugó mal con los terrenos y le hizo un toreo muy poco fluido, casi a piñón fijo, buscando como recurso y solución el típico arrimón en la corta distancia que, esta vez, ni siquiera emocionó al público menos conocedor.

Manzanares, por su parte, le cuajó dos buenas, suaves y cortas series de derechazos al buen segundo, aunque sin llegar a concretar mucho más entre las molestias de un viento que le hizo perder confianza y asiento, hasta matarlo, eso sí, de una estocada recibiendo en toda la 'yema'.

En cambio, se dejó ir clamorosamente las clara y reposada nobleza del quinto, a pesar de que empezó cortándole las embestidas, para luego, sin confiarse ni aplomarse de una vez, acabar de dejar ver la verdadera condición de otro de los grandes ejemplares desaprovechados entre la indiferencia de un público ya desatendido.

Y, para rematar la decepcionante tarde del recién instituido Día Internacional de la Tauromaquia, Tomás Rufo no se centró, con sus bruscos toques de muleta, con un aparatoso sexto de no muy largas pero nobles arrancadas, del que, ya puestos, no le hubiera sido difícil cortar la oreja que le abriera, hoy, una puerta grande tan barata como probable.

FICHA DEL FESTEJO

Seis toros de Victoriano del Río (el primero con el hierro de Toros de Cortés), seriamente armados pero muy desiguales de volumen y cuajo, que, salvo el parado primero, dieron buen juego en distinto grado, con alguno justo de fuerzas junto a otros con calidad y profundidad en las embestidas.

Sebastián Castella, de azul noche y oro: pinchazo hondo trasero y media estocada baja trasera (silencio); estocada caída (ovación tras aviso y leve petición de oreja).

José María Manzanares, de azul noche y oro: estocada corta (ovación tras petición de oreja insuficiente); tres pinchazos y estocada contraria (silencio).

Tomás Rufo, de azul noche y oro: media estocada desprendida (oreja); dos pinchazos y estocada baja (silencio).

Al finalizar el paseíllo se guardó el tradicional minuto de silencio en memoria de Joselito El Gallo, ahora en el 104 aniversario de su muerte en Talavera de la Reina.

Entre las cuadrillas, saludaron en banderillas Sergio Blasco, Fernando Sánchez, José Chacón y Daniel Duarte.

Quinto festejo de abono de la feria de San Isidro, con cartel de "no hay billetes" (más de 22.000 espectadores), en tarde fresca y con rachas de viento.

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