En un breve comunicado publicado en su página web, la institución asegura que ha tomado esta decisión "ante la reciente y continua escasez de oferta en el mercado de bonos del Estado", y simplemente apunta que reactivará estas operaciones "en el momento oportuno dependiendo de las condiciones de oferta y demanda en el mercado de bonos del Tesoro".
Cuando los bonos elevan su precio ante una situación de fuerte demanda, los rendimientos -el retorno que un inversor espera recibir cada año hasta su vencimiento- decaen.
En el caso de China, los inversores han apostado por los bonos como valor refugio ante la prolongada crisis inmobiliaria, la debilidad del consumo, la amenaza de la deflación, la presión a la baja sobre el yuan y las apuestas por una campaña agresiva de flexibilización para reactivar la recuperación económica.
Antes de la pandemia, la rentabilidad de los bonos públicos de referencia a 10 años rondaba el 3,3 %, manteniéndose por encima del 2,5 % hasta principios de 2024; desde entonces, ha caído en picada y desde inicios de este año viene rondando el 1,6 %.
Tras el anuncio del BPC, apunta Bloomberg, los rendimientos se elevaron 4 puntos básicos hasta un 1,675 %, su tasa más alta desde diciembre. No obstante, ese medio apunta que la divergencia frente a los bonos estadounidenses se ha ampliado al máximo histórico, lo que se traduce en una presión adicional para el tipo de cambio del yuan frente al dólar.
A lo largo de 2024, el BPC advirtió que la curva de rendimiento de los bonos se había "desviado claramente de un nivel razonable" -idealmente de entre un 2,5 % y un 3 %, según sus modelos- y seguía acumulando riesgos de una burbuja de liquidez que pudiese afectar a la estabilidad financiera.
La institución llegó a pasar a la intervención directa, vendiendo bonos a largo plazo y comprando títulos con vencimiento cercano a partir de agosto para tratar de contrarrestar el repunte de demanda.