En un comunicado difundido a última hora del viernes, MSF relató que, la noche entre los pasados 4 y 5 de abril, una veintena de hombres que pertenecían al M23 entraron en el recinto del hospital de Kyeshero "en busca de personas que se habían refugiado en su interior y no querían salir desde hacía varias semanas".
Durante esta operación rebelde, los equipos de la ONG que apoyan al hospital "presenciaron disparos de estos hombres armados", cuyas balas alcanzaron el interior del hospital, aunque ellos no entraron.
Como resultado, una persona murió y otras tres resultaron heridas, mientras dos empleados del hospital fueron apaleados también.
"El uso de la fuerza y las armas en el recinto del hospital de Kyeshero ha transformado un centro médico, que debía mantenerse como un lugar seguro en todo momento, en una zona peligrosa en la que ha muerto una persona", lamentó Margot Grelet, coordinadora de emergencias de MSF en Goma y la provincia de la que esta urbe es capital, Kivu del Norte.
"El tiroteo sembró el miedo e interrumpió los servicios médicos. Una bala atravesó una ventana y aterrizó en el colchón de un paciente", agregó Grelet.
Desde el recrudecimiento del conflicto el pasado mes de enero, MSF ha alertado sobre el impacto de los combates sobre los centros de salud y los actores humanitarios y ha registrado una quincena de incidentes violentos que han afectado directamente a los hospitales que la ONG apoya tanto en Kivu del Norte como en la provincia vecina de Kivu del Sur.
Uno de esos incidentes se produjo el pasado 20 de febrero, cuando Jerry Muhindo Kavali, que tenía 49 años y trabajaba con MSF desde 2014, fue alcanzado por una bala en el recinto de la ONG en la ciudad de Masisi, en Kivu del Norte, y sucumbió a sus heridas dos días después.
El conflicto del este de la RDC escaló a finales del pasado enero, cuando el grupo rebelde tomó las ciudades de Goma y Bukavu (capital de Kivu del Sur); ambas fronterizas con Ruanda y ricas en minerales como el oro o el coltán, fundamentales para la industria tecnológica y en la fabricación de teléfonos móviles.
Desde la intensificación de la ofensiva del M23, apoyado por Ruanda -según las Naciones Unidas y países como EE.UU., Alemania y Francia-, cerca de 1,2 millones de personas se han visto desplazadas en estas dos provincias, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la ONU.
Además, los enfrentamientos que estallaron en Goma y alrededores dejaron más de 8.500 muertos en enero, detalló a finales de febrero el ministro congoleño de Salud Pública, Samuel Roger Kamba.
La actividad armada del M23, un grupo formado principalmente por tutsis que sufrieron el genocidio ruandés de 1994, se reanudó en Kivu del Norte en noviembre de 2021 con ataques relámpago contra el Ejército congoleño.
Desde entonces, ha avanzado por varios frentes, lo que ha elevado los temores a una posible guerra regional.
El este de la RDC está sumido, desde 1998, en un conflicto alimentado por milicias rebeldes y el Ejército, a pesar de la presencia de la misión de paz de la ONU (Monusco).