La señal que marcó el tono del día vino del presidente del conglomerado Mahindra, Anand Mahindra, que con un mensaje en la red social X, dio la bienvenida a Tesla con una frase interpretada en los medios y las redes sociales como una declaración de fuerza tranquila. "Nos vemos en la estación de carga", escribió en X el popular empresario indio.
Este optimismo se reflejó en el cierre de la bolsa de Bombay. Las acciones de Mahindra & Mahindra subieron un 1,39 %, mientras que las de Tata Motors, que ostenta más del 70 % del mercado de vehículos eléctricos (VE) del país, se apreciaron un 1,26 %.
Con su Model Y a un precio que rondaría los 70.000 dólares, Tesla apunta al nicho del lujo, un segmento que no amenaza el negocio de volumen de los fabricantes locales, centrado en modelos por debajo de los 25.000 dólares.
Esta confianza se basa en el férreo dominio que los fabricantes locales tienen del incipiente mercado eléctrico del que se proyecta como el país más poblado del mundo. El gigante Tata Motors, en particular, ha logrado adaptar su oferta al gusto y, sobre todo, al bolsillo del consumidor indio.
El mercado automovilístico del país es, de hecho, conocido por su complejidad y su sensibilidad al precio. El caso más notorio es el del fabricante estadounidense Ford, que en 2021 cesó su producción en la India tras más de dos décadas de pérdidas, incapaz de competir en el segmento masivo.
A pesar de estos desafíos, el potencial es inmenso. El Gobierno de Narendra Modi se ha fijado el ambicioso objetivo de que los vehículos eléctricos representen el 30 % de las ventas de coches nuevos para 2030, frente al 5 % actual, impulsando el sector con una nueva política de incentivos a la inversión.
Fue esta política la que finalmente puso fin a años de un prolongado "tira y afloja" entre Tesla y el Ejecutivo indio por los altos aranceles de importación, que el Gobierno se negó a rebajar sin un compromiso de producción local.