Con la prolongación de la expectativa de vida, el tiempo durante el cual las personas perciben una pensión se hace más largo y se ha duplicado desde 1960. Al mismo tiempo, el descenso de la natalidad lleva a que cada vez menos trabajadores tengan que financiar con sus aportes las pensiones de más jubilados.
Esa constelación es una amenaza para un sistema de reparto como es el sistema público alemán, por lo que desde hace años el tema de las pensiones está presente en el debate político, aunque una reforma profunda del mismo es algo que se ha aplazado repetidamente.
El tema de las pensiones ya tuvo a la actual coalición de Gobierno -formada por el bloque conservador de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD)- al borde de una crisis.
La Joven Unión (JU), la organización juvenil de la CDU/CSU, opuso fuerte resistencia a la decisión del Gobierno de garantizar el nivel de las pensiones en el 48 % del salario promedio hasta 2031.
Al final, el Gobierno logró sacar adelante la ley que garantizaba el nivel de las pensiones y que también introducía la llamada jubilación activa, que permite a personas que ya estén recibiendo una pensión y sigan trabajando devengar hasta 2.000 euros libres de impuestos.
El canciller, el cristianodemócrata Friedrich Merz, explicó en su momento que a medio plazo se deberían fortalecer los otros dos pilares de la jubilación -los planes de ahorro privados y los planes de jubilación de las empresas-, pero admitió el argumento socialdemócrata de que a día de hoy la mayor parte de la gente depende en buena parte del pilar público, por lo que es necesario garantizar cierta estabilidad.
Ahora, con lo aprobado este miércoles en el Consejo de Ministros, se busca un fortalecimiento del pilar privado, como indicó el ministro de Finanzas y vicecanciller, el socialdemócrata Lars Klingbeil.
"Nuestra meta es fortalecer con nuestras reformas los tres pilares del sistema de jubilaciones. El pilar público, el pilar empresarial y el pilar privado", dijo Klingbeil.
"Queremos, al lado de una pensión pública estable, una jubilación privada para todas las generaciones y para todos los ingresos. Queremos también una jubilación privada para personas con ingresos bajos y medianos que hasta ahora no pueden ahorrar para la vejez. Es un cuestión de justicia", agregó.
La reforma contempla una subvención de 10 euros al mes que recibirán todos los nacidos a partir de 2020 entre los 6 y los 18 años para crear un fondo de capitalización. Con ello, según Klingbel, se le proporcionará un capital inicial de cara a la previsión para la vejez y llevará a que ya los jóvenes se ocupen de temas relacionados con la jubilación.
La reforma simplifica además algunos aspectos de la llamada "Pensión Riester", que fue un primer intento por fortalecer el pilar privado del sistema de pensiones durante el primer Gobierno de Gerhard Schröder.
Mientras que en la "Pensión Riester" el aporte inicial del Estado a un plan de ahorro estaba limitado a 175 euros ahora, éste podrá ser aumentado proporcionalmente hasta 480 euros.
El Gobierno aprobó también la formación de la comisión que deberá formular propuestas, hasta mediados del año próximo, para una reforma profunda del sistema. Entre los caminos que se plantean está un aumento de la duración de la vida laboral, aunque con soluciones flexibles como la de darle más relevancia a los años de cotización que a la edad de jubilación.
Ello llevaría a un aumento de la edad de jubilación para personas que hayan empezado a trabajar tarde, mientras que las personas que hubiesen entrado pronto en el mercado de trabajo podrían jubilarse más jóvenes.