Si no se roba, hay plata para invertir en la gente, afirman

Si no se roba, hay plata para invertir en la gente. Es la filosofía del intendente de Villa Elisa, Ricardo Estigarribia (PLRA), quien sorprendió a todos al ponerse a la vanguardia en la lucha contra la pandemia. El político de 39 años da cuenta de sus gestiones para aliviar la tragedia en su comunidad y relata su osado planteamiento de comprar vacunas sin intermediarios dada la ineficacia de la gestión gubernamental que consiguió más donaciones que compras.

El intendente de Villa Elisa, Ricardo Estigarribia (PLRA).
El intendente de Villa Elisa, Ricardo Estigarribia (PLRA).Archivo, ABC Color

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–Es difícil encontrar un político que se destaque en tiempos de pandemia. Más bien se les tiene desconfianza y miedo por las ventajas que pueden sacar. ¿Cómo fue esa campaña en Villa Elisa para dotar de insumos y equipamiento al hospital?

–Nosotros estamos en esto desde hace más de un año cuando se declaró la cuarentena. Al comenzar alquilamos un hotel para el personal de blanco. Es lo que se nos ocurrió porque no sabíamos cómo actuar para ayudar, porque todo fue muy atípico. Más tarde instalamos una planta de producción de leche de soja. Armamos una panadería municipal, una huerta municipal. Comenzamos a repartir víveres (40.000) a toda la gente necesitada. Después hicimos el pabellón de contingencia UTI (unidad de terapia intensiva) con capacidad para 10 camas. Con eso cerramos el 2020. Este año ya nos concentramos en construir el segundo pabellón con capacidad para 23 camas de terapia intensiva.

–El hospital no tenía...

–No. También mandamos construir nuestra propia planta generadora de oxígeno. Esta semana se instaló un generador de 150 kVA para cubrir la planta generadora de oxígeno y el resto del hospital. Es el segundo generador que estamos comprando. Aparte, entregamos un albergue para familiares de los enfermos frente mismo al hospital. La próxima semana inauguramos la ampliación del albergue con 40 camas más. Tenemos un banco de medicamentos. Hemos decidido sacar del hospital los consultorios médicos que no sean para la atención de los respiratorios. El hospital, con 60 camas para internados, prácticamente se convirtió en hospital para enfermos de covid.

–¿A dónde llevan las demás especialidades?

–Es un edificio que está en el centro de Villa Elisa. Tiene capacidad para 14 consultorios. Es un exconvento. Una señora nos dio en usufructo. No nos cobra alquiler y tenemos contrato por un año. Había gente con diabetes o hipertensión que iba al hospital y se contagiaba de covid. Por eso decidimos sacar los consultorios y trasladarlos al exconvento.

–El servicio municipal dedicado a la salud no es común. ¿Cómo se involucró el municipio?

–Por los reclamos de la gente nos dimos cuenta de que el Estado no tenía fuerza suficiente para soportar la presión. Tratamos de canalizar la solución de problemas puntuales.

–¿Hubo algún caso en particular que le empujó a usted a dedicarse a una obra propia de los responsables de la Salud?

–Lo único que le puedo decir es que mi teléfono no para. Suena las 24 horas. La gente implora ayuda, pide cama, dinero para medicamentos, albergue. Ruega por la salvación de su pariente enfermo. Eso nos movió a nuestro equipo municipal. Primero nos empeñamos en conseguir camas de terapia intensiva. La presión fue todavía más fuerte con esta segunda ola a comienzos de este año. El hospital colapsó...

–¿Cómo se financian?

–El 60% con recursos propios; el resto con recursos de las transferencias que recibimos de los royalties (de Itaipú). Dejamos de invertir en muchas cosas, sobre todo obras públicas. Recién en estos días estamos tratando de volver a invertir en obras, unos 20 km de asfaltado...

–¿Cuánto dinero invirtieron en la pandemia?

–Unos G. 3.500 millones. Suspendimos muchas obras y metimos esa plata en el área de salud. Ante la falta de oxígeno hace un mes nos movilizamos. Llevamos nuestros balones a cargar en IPS. Después nos pusimos en contacto con una empresa china. Hoy tenemos una planta de oxígeno. Cuando escasearon los medicamentos comenzamos a pedir a los laboratoristas, a los empresarios. Lo que tenemos es producto de donaciones. El municipio no ha comprado una sola tableta. Inclusive, una fundación española donó el equivalente a 200.000 dólares para nuestro banco de medicamentos.

–Bien podía haberse cruzado de brazos como otros intendentes, gobernadores y esperar...

–Uno no puede cruzarse de brazos ante tantos casos realmente dramáticos. A mí particularmente me tocó vivir en carne propia este año. Se contagió mi madre. Eso me motivó más y me prometí hacer el segundo pabellón. Ella estuvo internada en otro hospital, pero me fue muy difícil conseguirle una cama. Gracias a Dios ella no llegó a entrar a terapia. Por eso digo, hay que ponerse en la piel de la gente. Por suerte mi mamá pudo salir bien de esta prueba que nos puso Dios. Con mi equipo, nos dedicamos a buscar y conseguir que Villa Elisa tuviera 23 camas (UTI) más. Lo que más gratifica es la solidaridad de la gente.

–¿Cuántos años tiene su madre?

–65.

–¿Cuántos años tiene usted?

–Yo tengo 39. Soy el menor de cinco varones. Tengo una hermana que es la menor.

–¿Hace cuánto tiempo está en la política?

–Desde los 25, 26 por ahí. Seguí el rumbo de mi padre, que fue dirigente del partido (Liberal). Nunca ocupó un cargo electivo. Yo me presenté para candidato a miembro de comité en 2007. Perdí, pero en 2010 gané una concejalía y en 2015 gané la Intendencia. Ahora inscribí de nuevo mi candidatura para la reelección. Si gano las internas, tengo que renunciar después del 20 de junio.

–¿A qué se dedica fuera de la política?

–Yo soy comerciante. De muy chico trabajé con mi papá en Villa Elisa. No tuve prácticamente tiempo de estudiar, de pensar en la universidad. A los 23 años ya tenía a mi cargo una imprenta, una publicitaria, una microempresa. No hay rubro al que no me dediqué. Vendí jugo, quiniela, verdura, de todo...

–¿Cómo consiguió tantos recursos para invertir en salud?

–Si usted es un buen pagador, los prestadores confían y prestan. Le doy un ejemplo. Hace un mes compramos 250 lotes en el Parque Serenidad, a crédito. Los equipamientos para terapia intensiva compramos en setiembre con promesa de pago a fin de año. En diciembre pagué. No depende tanto de tener plata en mano. La confianza es fundamental.

–Están comprando en un cementerio privado. ¿Es por el covid?

–Sí. Hay muchísimas muertes cada día. Nos estamos quedando sin lugares en el cementerio municipal. A comienzos de enero teníamos apenas 100 columbarios. Cada dos o tres días eso se usa. Lo que compramos ahora en el cementerio privado vamos a vender. Son lotes con capacidad para cuatro cajones. Para darle un panorama, esta semana, en un solo día la Municipalidad amaneció con ocho funcionarios infectados. Estamos en el pico más alto y las vacunas no vienen...

–Usted fue uno de los que propusieron comprar vacunas fuera del control del Ministerio...

–Tengo posibilidades de comprar pero el Ministerio (de Salud) no libera las patentes. Se necesita de la patente reconocida y aprobada por el Estado. De otra forma no se puede traer. Insistimos hasta el cansancio, pero no podemos conseguir que el Gobierno libere. Con el intendente de Ciudad del Este (Miguel Prieto) nos estamos reuniendo periódicamente para analizar qué estrategias usar para comprar. Tenemos todos los contactos para gestionar, pero hay que tener la patente. El Gobierno solo ha recibido hasta ahora donaciones. Dicen que están estudiando, pero en realidad están trabando y, mientras, se pierden muchas vidas.

–La realidad es que no tenemos vacunas...

–El Gobierno no compra más porque ya compró...

–Pero no están...

–Sí, y si seguimos así en octubre, noviembre por ahí van a llegar las vacunas que compraron.

–¿Qué hay que hacer?

–Que liberen las patentes para que podamos traer. Acá el objetivo tiene que ser inmunizar el rebaño lo antes posible hasta un 60% para que comience a bajar el nivel de contagio.

–”No come ni deja comer”, como el perro del hortelano. ¿Es así la actitud de las autoridades?

–El discurso oficial es que ellos ya compraron suficientes vacunas. Pero hasta ahora las que circulan son vacunas regaladas.

–Pero ¿es cierto que los fabricantes también extorsionan, quieren imponer condiciones draconianas?

–A nosotros no nos imponen condiciones ni nos sentimos extorsionados. La única condición que exigen es el registro sanitario. Nosotros hemos solicitado desde 30 hasta 50.000 dosis, pero ya se está dilatando demasiado. Los laboratorios ya nos están catalogando como poco serios. Perdemos credibilidad.

Pero por lo menos tenemos la confianza de la ciudadanía, porque mucha gente va a pagar sus impuestos. Les demostramos que la Municipalidad no solo está para recaudar. Estamos proyectando inclusive extender el servicio a los pacientes poscovid con kinesiólogos y fisioterapeutas.

–Si no se roba, hay plata para gastar en la gente...

–Yo no le puedo hablar de robo porque no conozco, pero los recursos que tenemos estamos volcando en la comunidad. No esperamos que venga todo de arriba. Pero también mucha gente ayuda, tanto los trabajadores de la salud como los funcionarios, los políticos, los empresarios y la gente en general. Considero que lo que tenemos es producto de una gran solidaridad alrededor de nuestra gestión.

–¿En qué falla el Gobierno en el manejo de la pandemia?

–Falla en la falta de acción, en la gestión, en redoblar esfuerzos y, por supuesto, en una inversión más vigorosa en salud.

holazar@gmail.com

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