Dependiendo del día asignado, se van ordenando los traslados.
“Todo depende de la afluencia de gente a los vacunatorios para saber cuánto tiempo nos llevará cada vacunación. Es decir, si hay poca afluencia, se llega, se vacuna y se esperan los 30 minutos de rigor para ver si no hay reacciones y luego se le devuelve a la persona a su casa. Una vez cumplido, ahí se llama a la siguiente persona para ir en su búsqueda”, explica Da Costa.
Víctima de la inseguridad
Además de los traslados, Da Costa y familia también se dedican a la recolección de donaciones de medicamentos y su posterior entrega a gente que la necesita en los hospitales de referencia de lucha anticovid-19.
En una de esas urgencias, uno de sus hijos que se movilizaba en motocicleta para entregar medicamentos al hospital San Pablo, fue atropellado por una camioneta. Cuando este se reincorporó para reclamar al imprudente, el mismo sacó un arma de fuego y disparó contra su humanidad. “Mi hijo tiene una herida del refilón de la bala de unos 15 cm. Por suerte no pasó a mayores”, lamenta.
Da Costa también invita a quienes quieran sumarse a esta iniciativa solidaria a ofrecer su vehículo y su tiempo para que la mayor cantidad de abuelitos pueda acceder a la inoculación.