En Tacuati, el miedo es una constante

El secuestro del piloto Juan Carlos Olmedo tuvo un final inesperado: la Policía lo detuvo bajo sospechas de auto secuestro. La comunidad de San Pedro Poty, en Tacuati, siguió de cerca las alternativas del caso. La constante fue el miedo y la negativa a colaborar con la Policía.

El piloto Juan Carlos Olmedo habría planificado un auto secuestro, con fines extorsivos, en Tacuati. En la foto, el día de su detención.
El piloto Juan Carlos Olmedo habría planificado un auto secuestro, con fines extorsivos, en Tacuati. En la foto, el día de su detención.Por Roque González Vera

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San Pedro Poty es una comunidad campesina situada en el distrito de Tacuatí, departamento de San Pedro.

La colonia está habitada por unas cuatro mil personas, distribuidas en una serie de poblados menores.

La comunidad de Tacuati sufre la violencia desde enero de 2009 cuando se toma por asalto y se incendia un destacamento militar.

De aquel entonces a hoy se registraron una serie de ataques a las fuerzas de seguridad por parte del Ejército del Pueblo Paraguayo.

En San Pedro Poty aprendieron a convivir con las secuelas que genera la violencia: miedo, incertidumbre y falta de confianza en las autoridades nacionales, incluyendo las fuerzas de seguridad del Estado.

En la noche del 22 de julio último, no sorprendió a la comunidad la información de que hombres fuertemente armados ingresaron en el establecimiento Pindo, propiedad de Alfredo “Bebe” Cabezas.

Los delincuentes tomaron por asalto el establecimiento y redujeron con extrema violencia al personal del lugar. Como mensaje dejaron el imperativo de pago de 150 mil dólares en concepto de impuesto revolucionario.

Los hombres armados se presentaron como miembros de la Agrupación Campesina Armada (ACA).

No se cumplió tal exigencia y el resultado fue el secuestro del piloto Juan Carlos Olmedo, de 46 años. “Juanchi” Olmedo es de la comunidad de San Pedro Poty. Trabajó en la estancia Pindo como peón, para luego cumplir su sueño de convertirse en piloto, tarea que cumplió por espacio de 23 años en el establecimiento.

Comunidad cautiva

Ricardo Bernal, poblador antiguo de San Pedro Poty, persona muy cercana a “Juanchi” Olmedo, recordó que “yo estuve en la noche en que los delincuentes tomaron la estancia. Tenía dos escopetas apoyadas en mi cabeza cuando mencionaron el nombre de mi hijo, de mi esposa y la dirección de mi casa. Entre en pánico. No tenía miedo de morir, pero pensé en mi familia”.

No se pagó los 150 mil dólares exigidos y al cumplirse el plazo de 48 horas, los delincuentes toman como rehén al piloto “Juanchi” Olmedo y la pretensión económica sube a 200 mil dólares, con la amenaza de matarlo en caso de un nuevo incumplimiento.

Luego de la toma de la estancia Pindo, Ricardo Bernal y los demás trabajadores se negaron a realizar una denuncia policial por temor a represalias. Resolvieron en conjunto mantener la boca cerrada e inclusive algunos se retiraron y ya no volvieron a trabajar por temor.

Y esta es la palabra que define a Tacuatí: miedo. El distrito se encuentra presa del temor, en medio de la incertidumbre de esperar un próximo ataque de delincuentes y la intervención de las fuerzas de seguridad.

Cuando surge el secuestro de “Juanchi” Olmedo la comunidad en pleno decide realizar el esfuerzo necesario para salvarlo: pequeños productores, menonitas y comerciantes inician una colecta de dinero para juntar los 200 mil dólares.

Y también resuelven no dar ninguna participación a la Policía Nacional. Los agentes de la Agrupación Antisecuestros se encuentran a ciegas, sin acceso a ninguna información.

Las negociaciones se realizaban por caminos paralelos: los amigos de “Juanchi” por un lado y Antisecuestros por el otro, tratando de hilar cabos sueltos.

Los colonos menonitas dieron un consejo práctico: vamos a pagar entre todos y así vamos a lograr que tres o cuatro años nos permitan trabajar tranquilos “y para eso tenemos que ir pagando el impuesto revolucionario que piden”.

Los menonitas cumplen en forma regular con las exigencias económicas de grupos irregulares.

Antisecuestros siguió su trabajo y cuando tuvo pistas suficientes pidió a los pobladores que no paguen. La esposa del piloto ya estaba quebrada emocionalmente y al final resolvieron entregar el dinero.

Sorpresivamente, el piloto es liberado sin pago alguno. En San Pedro Poty es recibido como un héroe y en una misa en su honor ingresó de rodillas en el templo.

Cuatro días después detienen a los asaltantes de la estancia Pindo. Luego cae el piloto por autosecuestro. Según la Policía, los días que desapareció fue a pescar en el río Apa, en moto.

Sin confianza en las fuerzas de seguridad no se puede avanzar, pero ¿se ganan nuestra confianza? Es cómo el huevo y la gallina.

De momento, la Policía resolvió el caso, queda esperar que la Justicia imponga el castigo que corresponde.

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