Ordenan nuevo obispo en Benjamín Aceval

BENJAMIN ACEVAL. Golpear las puertas de las instituciones para sacar a los pobres de sus limitaciones, así como anunciar el evangelio a los fieles, serán prioridades del nuevo obispo de esta diócesis, monseñor Amancio Francisco Benítez.

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Hace minutos, Benítez fue ordenado para ser pastor de esta jurisdicción eclesiástica que abarca el departamento de Presidente Hayes. Unas 2.000 personas participan de la misa que preside como obispo ordenante el arzobispo de metropolitano de la Santísima Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela, y concelebrada por los obispos del Paraguay y el nuncio apostólico Eliseo Antonio Ariotti.

Valenzuela dijo que la Iglesia está de fiesta porque hoy Dios ha querido que el Pbro. Amancio Francisco Benítez sea pastor de esta parte del Paraguay.

Benítez Candia nació el 10 de febrero de 1973 en Cerroguy-Itapé, departamento del Guairá, y fue ordenado sacerdote el 24 de abril de 1999 para la Diócesis de Villarrica del Espíritu Santo.

Desde su consagración sacerdotal hasta hace poco, en su ministerio, ocupó los siguientes cargos: Vicario Parroquial de la Parroquia “San Pablo” en Caazapá y al mismo tiempo miembro de la ‘Comisión Diocesana de Liturgia’ (1999-2001); miembro del ‘Equipo de formadores’ y Profesor de Liturgia en el Seminario Mayor Nacional de Propedéutica en Villarrica del Espíritu Santo (2002-2005); Párroco de la Parroquia “Santa Clara” en Iturbe, de la Diócesis de Villarrica del Espíritu Santo (2010-2014); Secretario de la ‘Comisión Episcopal de Liturgia’ de la Conferencia Episcopal Paraguaya (2013-2014); Director del ‘Seminario Mayor Nacional Propedéutico – San José’ en Caacupé (2015-2018).

La diócesis de Benjamín Aceval se creó el 10 de agosto de 1980. Está situada en el cono sur del Chaco paraguayo formado por la confluencia de los ríos Paraguay y Pilcomayo, comprende la parte del territorio occidental de la República, más íntimamente ligada a la historia nacional. Es colindante con la capital del país y paso obligado para la Argentina.

Durante la época colonial, esta zona fue evangelizada por los PP. Roque González de Santa Cruz y Amancio González y Escobar. A consecuencias de la Guerra Grande (1865-1870), este territorio fue disputado por la Argentina.

Gracias al laudo arbitral del entonces presidente de los Estados Unidos de América, Rutherdford B. Hayes, fue devuelto definitivamente al Paraguay.

Monseñor Juan Sinforiano Bogarín, a principios del siglo, la erigió en Parroquia a la Villa Occidental (hoy llamada Villa Hayes en reconocimiento al presidente norteamericano) y formaba parte de la diócesis de Paraguay. Después pasó a la diócesis de Concepción y Chaco (1930), y finalmente al Vicariato Apostólico del Pilcomayo (1950).

En la actualidad toda esta zona se encuentra muy cercana y vinculada a la capital del Paraguay y constituye un barrio dormitorio para muchos que trabajan en Asunción, a la que está unida con ruta asfaltada y puente internacional sobre el río Paraguay. Los límites de esta diócesis están configurados en el sur y el este por los ríos Pilcomayo y Paraguay, mientras al norte y al oeste por los ríos Verde y Montelindo. La principal actividad productora es la ganadería, complementada con una agricultura de subsistencia familiar. Su primer obispo fue Mons. Mario Melanio Medina. Lo reemplazó Mons. Cándido Cárdenas y hoy sigue la misión de los antecesores Mons. Amancio Francisco Benítez.

La palabra obispo procede del latín “Episcopo”, que se traduce como “vigilar”. El obispo aparece muy temprano en la tradición cristiana. En los Hechos de los Apóstoles, encontramos cómo el Apóstol San Pablo dejó a Timoteo y Tito como guías de una comunidad, para que “vigilaran” la vida cristiana de aquella comunidad.

Enseñar: Predicar el evangelio y a bautizar a toda creatura. De aquí nace el deber de enseñar el evangelio. El obispo predica y enseña a través de la homilía, por medio de las cartas pastorales, por el contacto con los diversos sectores de la diócesis.

Santificar: Es inherente al obispo la administración de los Sacramentos que miran a la perfección del individuo y de la comunidad.

Regir: El obispo debe guiar a los fieles en la caridad, teniendo en cuenta dos realidades: la primera, la figura del pastor, que da su vida por las ovejas y las conduce a pastizales abundantes y, la figura de siervo, “el que quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos”.

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