“No nos dejes caer en tentación…”

Las palabras de Jesucristo tomadas en su contexto tanto religioso como de su personaje histórico están provistas de un gran sentido común y de lecciones prácticas de vida. No fue un tema secundario en las religiones monoteístas. Tanto la Torá como el Talmud abordan el tema de la tentación como un paso previo al pecado así como otras religiones y filosofías orientales tales como el budismo que lo encara en el Mara como tema central.

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Generalmente, en Occidente relacionamos la tentación sólo con el deseo sexual. Este enfoque quizás sea una de las principales causas por las cuales no abordamos el problema de la corrupción con base en esa misma tentación. Nuestro sistema nervioso no distingue de la atracción sexual a la atracción del dinero o de evitar un trámite burocrático. Las señales son básicamente las mismas. Y el cerebro reacciona de la misma manera.

El manejo de bienes ajenos, la responsabilidad del trabajo público sin relación directa con una contraparte, la calidad de gestión pública, la conciencia sobre que “lo público es de todos” (y no de nadie, como aparentemente lo consideramos en Latinoamérica) no han sido abordados desde el punto de vista de la ciencia de gobierno adecuadamente hasta hoy.

En el año 2002 el recordado y prestigioso politólogo Joan Prats, quien dirigió el Instituto Internacional de Gobernabilidad de Cataluña, escribió un artículo que todo funcionario o interesado por la función pública debería leer al menos una sola vez — si es que no lo tiene como un decálogo en su escritorio — . El artículo se llama “Ética para el oficio político” *. Establece algunos principios que todo buen líder político debería tener para una gestión eficiente.

Solo hablaremos de la primera. “Conócete a ti mismo”. Es muy difícil gestionar un cargo público si no conocemos nuestras propias limitaciones. “Nosce te ipsum” (Conócete a ti mismo) era la frase con la que recibía el Templo erigido a Apolo en Delfos. La Grecia antigua, cuna de la democracia, ya reconocía la importancia del autoconocimiento y autocontrol en el crecimiento personal.

El autoconocimiento nos aleja de la zona de tentación. En su libro “Las trampas del deseo”, el psicólogo del comportamiento Dan Ariely de la Universidad de Duke revela los experimentos que realizaron durante un par de años con estudiantes sometiéndolos a situaciones muy cercanas a la pasión. El resultado, si bien intuitivo, resultó ser alucinante. El comportamiento de jóvenes de comportamiento recatado, se transformaba ante el estímulo de una pronta gratificación. Una vez en el medio de la estimulación los cuestionamientos éticos o morales carecían de peso y efectividad. Tal como el personaje de Robert L. Stevenson, el Doctor Jekyll se transformaba en el oscuro Mr. Hyde con una facilidad asombrosa.

No existe una vacuna contra la corrupción y la deshonestidad. Pero sí existe un enfoque mucho más innovador que aún no hemos desarrollado en nuestra admninistración pública porque — básicamente — no lo queremos hacer. Utilización de procedimientos automatizados para los servicios públicos, trazabilidad del dinero a través de la facilitación de los medios de pago electrónico, la progresiva eliminación de las “cajas” en los ministerios, la eliminación de las “filas” y “sellos” en los procesos burocráticos son apenas la punta del iceberg de todo lo que deberíamos hacer para “liberar de la tentación” al funcionario y al ciudadano.

Por supuesto que estas ideas son tan fáciles de pensar como difíciles de implementar. Pero el hecho de conocer de experiencias que existen, han sido exitosas y cuya tecnología hoy tenemos al alcance de la mano, nos ayudarán a exigir mucho más calidad en las decisiones de quienes tienen la capacidad de convertir en realidad estos anhelos.

Volviendo a la vacuna, se aplicaría el status de hoy de la pandemia de COVID a la pandemia de corrupción. La vacuna es hoy: evitar la aglomeración, usar tapabocas, evitar el contacto físico. Si a la corrupción la tratásemos como al coronavirus, ¿qué medidas preventivas nos ayudarían a controlar y erradicarla?.

Es compromiso de todos.

https://www.politikaperu.org/etica-del-oficio-politico.htm

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