Como una bomba cargada de creatividad, nuestros antepasados nos dejaron el preciado legado del ñandutí; este bordado, con detalles artísticos y delicados, cuenta con más de 1.500 puntos, cada uno de los diseños, expresa sentimientos que tienen el poder de encantarnos entre las redes de los hilos. Con un aire de simpatía, Paula menciona que comenzó bordando a los 14 años; “fui a un curso en el Instituto Paraguayo de Artesanía y, a los 17 años, recibí mi carnet oficial de artesana”, comenta.
Apliques de cabello para novias, abanicos, aros, agogós, diseños para prendas de vestir, polleras, camineros para mesas, etc. conforman la lista de utilidades que se pueden realizar aplicando la técnica del bordado artesanal. Los precios varían dependiendo del trabajo, ya que una pollera puede alcanzar alrededor de 2.000.000, en comparación con unos aros que salen 5.000 a 10.000 guaraníes; “una pollera puede demandar tres meses de trabajo y unos decorados pequeños entre una a dos horas”, señala Paula.
La joven manifiesta que la idea de contar con su propio taller artesanal surgió a fin de generar más ingresos. “Le escribí a una amiga que tiene una casa cultural llamada ‘Mango Tango’ para proponerle la idea y accedió; hoy enseño desde bordaje hasta la historia de los puntos, pues cuando una persona crea un ñandutí y le pone una denominación es por un motivo; entonces, no enseñar el trasfondo de cada tejido sería una falta de respeto”, menciona la artesana.
Las clases se realizan los viernes en la casa cultural “Mango Tango”, sobre Hernandarias casi Piribebuy de 14:00 a 17:00. “El taller es un lugar donde hay break y música; es un momento donde dejás de lado todos tus problemas para aprender historias, bordados y nuevos conceptos”, refiere Paula.
En su cuenta de Instagram, la joven brinda información acerca de su taller y donde las personas pueden hacer pedidos.
Entre risas, Paula menciona que en el bordado existen tres elementos fundamentales, los cuales son la paciencia, la paciencia y la paciencia. Mientras que también es importante contar con un bastidor, preferiblemente, de madera peterevy, ya que esta es liviana y resistente; además, dice que la tela debe ser lienzo natural o tela de sábana que ya no uses; así también, el hilo siempre debe ser fino y, por último, agujas con y sin punta.
“Una persona que teje ñandutí, deja toda su vida y la refleja en cada punto; por eso, creo que a mucha gente le complica la artesanía porque le cuesta ser transparente en cuanto a su sentimiento. Asimismo, añade que hoy en día está muy olvidado el tema de la artesanía y meterle pie a fin de volver a realzarla es un acto de amor y de revolución.
Paula dice que el lado malo de bordar es que la gente no valora el tiempo, la dedicación y los pinchazos con agujas que conllevan bordar. “Si pierden su motivación va a ser difícil, pues todo buscamos algo del cual sostenernos y la artesanía es como una religión, pues cuando estás bajoneada, te ponés a hacer tu trabajo y estás en paz; es como un a forma de hacer terapia”, concluye.
Por Ezequiel Alegre (18 años)