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Morderse las uñas es realmente un problema y aunque muchos no lo comprendan, es muy difícil dejar de hacerlo. Los psicólogos afirman que se trata de un desorden emocional o, en algunos casos, de una alteración del sistema nervioso.
¿Quién no se mordió las uñas alguna vez? En los momentos de ocio solemos caer en este hábito. Sin embargo, existen personas que mordisquean sus dedos de manera compulsiva hasta generar pequeñas heridas; esto se conoce como onicofagia.
Algunos tienen las uñas cortitas y las cutículas dañadas de tanto morderlas; este hecho se relaciona con la falta de autodominio. Las personas que llegan al extremo padecen de un desorden emocional y para combatir la ansiedad introducen sus dedos en la boca, explican los psicólogos.
En una entrevista de trabajo te inspeccionan de pies a cabeza, si observan tus uñas dañadas te consideran una persona insegura y hasta no apta para ciertas labores. Esto podría ser un punto en tu contra ya que el 90% de los psicólogos laborales expresan que las personas con este hábito pierden la probabilidad de ser contratadas.
Los especialistas recomiendan a las personas que desean dejar este hábito que identifiquen el momento en que se muerden las uñas y reemplacen esta acción por otra práctica que no sea perjudicial para el cuerpo. Por ejemplo, si lo hacés cuando estás mirando la tele, podés mascar un chicle y así evitás quedarte sin uñas.
Si no lucís unas manos lindas a causa de esta mala costumbre, poné en práctica la recomendación, controlá los momentos en que te mordés las uñas y buscá alguna distracción. De este modo, ya vas a poder levantar sin dificultad la moneda que se te cayó o mejor aún te vas a poder rascar con satisfacción donde tenés picazón.
Por Sahori Vallejos (17 años)