La marca ostensible de la política en el Paraguay es la corrupción. Se agrega la impunidad para el corrupto. Frente a las corruptelas, son contados los funcionarios presos. En consecuencia, al Estado se lo saquea con desparpajo y cada vez tenemos más políticos ostentando mansiones deslumbrantes en alarde de riqueza sospechada.
Los gobiernos autoritarios acogen a esbirros y desdeñan a pensadores. En un sistema despótico no se piensa; se ejecuta. El revestimiento autoritario de este Gobierno se teje en el Congreso, donde se impide el debate y donde los proyectos más delirantes y antidemocráticos los impulsan los que no razonan, los que simplemente cumplen las órdenes cuyo origen se intuye.
Una muestra de mediocridad es el empecinamiento en buscar en otros la culpa de los problemas que nos toca solucionar. Otra evidencia es no asumir los fracasos propios. La arrogancia suele ser un rasgo abominable del mediocre, y lo que le impide superar su condición de tal.
Uno peligro agudo en el Paraguay es el avance incontenible del crimen organizado. Esto sacude la institucionalidad de la República y pone en peligro el desarrollo humano, la paz social. En contrapartida, existe la imperiosa necesidad de que emerja la cultura organizada, como resistencia y respuesta a la barbarie. La Feria del Libro es una fortaleza para instalar tal resistencia.
En su ensayo titulado Augusto Roa Bastos, el poder de la imaginación, el mexicano Carlos Fuentes, gloria de la literatura universal, recordaba una sentencia de la madre del boliviano Enrique Peñaranda: “De haber sabido que mi hijo iba a llegar a presidente, le hubiera enseñado a leer y a escribir”. En el Paraguay, muchas madres podrían parafrasear esta sentencia refiriéndose a su hijo parlamentario.
Ante tantas señales, sospechas y certezas de corrupción y de impunidad en el poder, apareció como un bálsamo, como un motivo de alegría. Despertó un fervor que se había apagado en este país en el que la bronca está siempre latente. Guaireña, lozana, morena, tiernamente recia, Aye Alfonso aunó ansiedades y nos devolvió el añorado sabor de sentirnos colectivamente ganadores, aunque el triunfo fue solo suyo: nada más que suyo.
El jueves 13 de junio se cumplirán 107 años del nacimiento de Augusto Roa Bastos, y el 27 del mismo mes se celebrará el cincuentenario de la publicación de Yo el supremo, la novela de Roa que es la máxima expresión de la literatura paraguaya. En otro país algo así hubiera constituido un acontecimiento nacional con grandes actos y el gobierno a la cabeza. Aquí la cultura está a la cabeza de los recortes presupuestarios.
El 2 de junio de 1846 nació don Victorino Abente y Lago, español que aportó mucho a la cultura de nuestro país. Periodista y poeta, dejó una vasta descendencia y varios poemas de sabor irónico, como el titulado El adulador, que comienza: Cual voluntario esclavo, a la cadena / se entrega del magnate a quien adula / y su afán codicioso disimula / fingiendo una adhesión de afecto llena. Cada cual sabrá a quién le cae este sayo.
Erico es, indudablemente, un jugador clase A en este país donde hay un podio bastante disputado entre los pillos de la política. Él no se anda con chiquitas. Está para la Premier League o la Bundesliga: un crack total que descuella con el fulgor de los elegidos. Es la gema lucífera en el joyero carmesí de Honor Colorado.