Por lo general, a partir de los 40 años, con experiencia acumulada, aparición de canas y arrugas, tendemos a querer menospreciar a los jóvenes. Denotamos contra ellos porque se pasan supuestamente en la pavada, muy contrario a lo que creemos era nuestra generación, una generalización que no corresponde.
Las revoluciones, los cambios, los inventos más descabellos en su momento y que después trascendieron por su importancia y valor, fueron iniciados por jóvenes. Es que en los años mozos uno tiene entusiasmo, es idealista, por lo general no está contaminado por factores externos y no tiene normalmente contraposición de intereses o compromisos que pudieran frenar sus proyectos, siempre que haya voluntad.
Los jóvenes en los últimos años y meses ya dieron suficiente muestra de que están cansados de los políticos mentirosos, de la falta de autoridades idóneas y capaces de apostar decididamente por el país y su gente, despojados de sus banderías políticas, intereses personales y sectarios. Así lo demostraron estudiantes de colegios, luego de universidades.
También cada día hay grupos juveniles que luchan desde donde les toca contra la corrupción, o apostando por la defensa de cauces hídricos y el ambiente. En San Lorenzo, por ejemplo, un grupo de 20 jóvenes lleva adelante una campaña ambiental "Quiero un San Lorenzo mejor" y el Grupo Che Kuerai (estamos hartos), tildados por las autoridades como “cinco gatos locos”, que valientes se enfrentan al sistema, que se nutre de ciudadanos que no se animan a salir de su zona de confort para enfrentar los problemas y buscar las soluciones a tantas necesidades de su ciudad o país.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, del 56% de la población menor de 30 años, el 29% se encuentran en el rango de 15 a 24 años. La juventud empoderada, capaz de convertir sus debilidades en fortaleza, es la que puede sacar al país hacia adelante, no los mañosos de siempre. Confío en la juventud, y de hecho juega un papel protagónico en la crispación producida por políticos que atentan contra nuestra Ley madre.