Félix de Azara refirió sobre el nombre que asignó a esta ave cuanto sigue:
“Hay varios pájaros en esta Provincia [del Paraguay] a quienes dan el nombre de Jacu, que traducen al castellano el nombre de Jacu Pava, no obstante de que ni por pienso son pavas, ni semejantes a las propiamente tales domésticas, ni las aves a quienes dan este nombre tienen analogía entre sí. Para distinguir unas de otras les añaden algún adjetivo tomado de su color o costumbres, como veremos cuando las vaya adquiriendo. Esta se llama así porque vive en los bosques junto a los ríos y arroyos en los cuales hay por lo regular mucho caraguatá, que es una especie de ananás”; y, en sus Apuntamientos, agregó:
“Así le apellidan comúnmente los guaraníes, porque su voz es una zaloma fuerte e ingrata que dice Caraguatá, repitiéndolo muchas veces sin intermisión”.
Bertoni la catalogó como Jakú karaguatá y Jakú'í.
Azara no precisó dónde o cómo obtuvo al individuo que describió en el manuscrito, presumiblemente una hembra de la especie porque en sus Apuntamientos describió a un individuo de mayor tamaño y advirtió:
“Las que juzgo hembras son algo menores”.
Mencionó que es un ave común, pero que no sabía si pasaba de los 27 grados.
Nomenclatura
Sonnini concluyó que el Yacú Caraguatá de Azara era de una especie nueva, y no el Chacamel de Buffon (Ortalis vetula), llamado por Fernández Chachalacamelt, como nuestro naturalista suponía.
Dicho Jacú Caraguatá de Azara fue clasificado en 1830 por Wagler con la denominación de Penelope canicollis (actualmente Ortalis canicollis) en su Revisio generis Penelope (in Isis von Oken, 23, p. 1112), a partir de las referencias que Azara dio sobre él.
El epíteto que identifica a esta especie corresponde a la palabra latina canicollis/cuello canoso, por tener esta especie el cuello aplomado.
Costumbres y nido
En cuanto a las costumbres y nido del Jaku karaguata comentó Azara:
“jamás se haya una sola, sus bandas son por lo regular de dos hasta siete, de que infiero que, aunque es ave sociable, no admite en su compañía sino a los de su familia. (…) se mantiene de frutas silvestres y de hojas tiernas y flores de los árboles, la que tengo a la vista tiene de esto llena la boca. Aunque se haya en estos países cálidos parece que se guarda del sol, porque solo se deja ver y canta por las mañanas y tardes, siendo excusado buscarlas a otras horas. (…) Su vuelo es alternando las batidas de las alas, y jamás es largo, porque no se levantan sobre el nivel de los árboles, y solo van de uno en otro entre las mayores espesuras. Su nido es de palitos y raicillas, y lo coloca en horquetas de árboles sin cubrirlo, pone en él cinco huevos, y los hijuelos nacen con plumas, de modo que muy luego empiezan a seguir [a] la madre de un árbol a otro, parando poco en el nido. Yo no he visto su nido, ni sus hijos, y refiero lo que dicen; su canto es una algazara o zaloma desagradable, agria y fuerte. Come esta ave el Barrero o la tierra salada o salitrosa que los ganados en esta Provincia [del Paraguay]. Parece que no se distingue la hembra del macho, por lo menos notablemente”.