El microbioma intestinal de un joven del México precolombino desvela cambios evolutivos

Redacción Ciencia, 8 oct (EFE).- Los restos excepcionalmente bien conservados de un hombre que vivió en Zimapán, México, hace mil años -antes de la colonización española- han permitido identificar las bacterias presentes en su microbioma intestinal, un hallazgo que arroja nuevos datos a la historia y la comprensión de la evolución humana.

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Dirigidos por Santiago Rosas-Plaza, de la Universidad Nacional Autónoma de México, un equipo de científicos ha analizado las heces y el tejido intestinal conservados y ha revelado tipos específicos de bacterias que estaban presentes en el microbioma de este varón que fue descubierto en una cueva.

Los detalles del estudio se han publicado este miércoles en la revista científica PLOS One.

El microbioma intestinal humano se compone de microorganismos, incluidas las bacterias, que están presentes de manera natural en el intestino, y aunque algunos tipos de bacterias están ampliamente asociados con el microbioma intestinal humano, la mezcla particular bacteriana de una persona puede variar según la edad, la dieta, la salud y el lugar donde vive.

Estudiar los microbiomas antiguos de momias y restos humanos puede ayudar a profundizar en el conocimiento de las poblaciones antiguas y mostrar cómo puede haber cambiado el microbioma humano con el tiempo.

En las últimas décadas, un número creciente de microbiomas antiguos han sido analizados, incluido el de un inca y el del "Hombre de los Hielos" de Alemania.

Para ampliar más el campo, Rosas-Plaza y su equipo analizaron los restos excepcionalmente bien conservados de un hombre descubierto en un refugio rocoso en Zimapán -bautizado el "Hombre de Zimapán"-, un cazador-recolector seminómada que formaba parte de la antigua cultura Otopame mesoamericana y que murió cuando contaba entre 21 y 35 años.

Estos hallazgos amplían el conocimiento de los microbiomas antiguos y podrían proporcionar pistas sobre la vida del hombre de Zimapán, si bien se necesitará un análisis adicional para confirmar estos resultados y determinar la composición completa del microbioma del hombre de Zimapán.

"Los restos del hombre de Zimapán estaban cuidadosamente envueltos como un fardo, lo que se puede interpretar como una indicación de que eran una figura importante dentro de la comunidad", detallan los autores del estudio.

"La capa exterior del fardo estaba hecha de una esterilla, es decir, fibras largas, aparentemente de maguey, entrelazadas para formar un rectángulo fuerte pero maleable. Debajo de esta esterilla, sobre la que se colocó al hombre de Zimapán, había una sábana perfectamente tejida de algodón marrón nativo".

Al estudiar la composición matemática de los nudos dentro del tejido, "concluimos que era un arreglo peculiar y complejo de llevar a cabo", añaden.

La profesora Luisa Mainauo, del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, quien custodia el fardo mortuorio, ha estado ocho años trabajando con su equipo para restaurar la sabana que "pronto" será exhibida en México, avanzan los autores.

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