La marginación se replica y se amplifica en las redes sociales

Madrid, 5 nov (EFE).- Las redes sociales no se forman al azar, nuestro género, etnia y nivel socioeconómico determinan con quién nos relacionamos, normalmente personas similares a nosotros con los que formamos grupos que nos apoyan y amplifican nuestro acceso a la información, lo que multiplica las oportunidades.

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Las personas que pertenecen a grupos marginados, sin embargo, no solo tienen menos conexiones, sino que las que tienen son con personas poco conectadas, lo que reduce el acceso a oportunidades como empleos o becas, por ejemplo.

Pero cuando una persona pertenece a más de un grupo social desfavorecido, las desventajas se cruzan y magnifican, según un estudio del Complexity Science Hub (CSH) realizado en colaboración con la Universidad Técnica de Graz (Alemania).

Para comprender cómo distintos aspectos de la identidad, como el género y la etnia, afectan a las redes sociales, los investigadores desarrollaron un modelo matemático y lo probaron utilizando datos sobre las amistades de unos 40.000 estudiantes de secundaria de Estados Unidos.

"Nuestros hallazgos muestran que las desventajas en las relaciones suelen surgir de formas inesperadas cuando se superponen múltiples rasgos de identidad", afirma Fariba Karimi, directora del grupo de investigación sobre equidad algorítmica del Complexity Science Hub y profesora de la Universidad Técnica de Graz.

En las redes sociales tendemos a establecer relaciones con personas similares a nosotros, un fenómeno conocido como 'homofilia', lo que a algunos grupos les da la oportunidad de estar bien conectados dentro de sus comunidades y con las partes centrales e influyentes de la red social.

Los grupos marginados, por su parte, son empujados a la periferia de la red social y no solo tienen menos conexiones con sus partes centrales, sino que también tienden a estar conectados con otras personas que a su vez están menos conectadas, lo que dificulta el acceso a oportunidades.

Esto sucede porque, "cuando los grupos mayoritarios se conectan principalmente entre sí, se crea una especie de invisibilidad estructural para las minorías", explica Martin-Gutiérrez, investigador del comportamiento humano colectivo en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) quien llevó a cabo la investigación mientras trabajaba en el CSH.

Pero, ¿qué sucede cuando alguien pertenece a más de un grupo marginado, como las mujeres inmigrantes procedentes de familias con bajos ingresos?. "Cuando alguien entra en más de una categoría marginada, los efectos no se suman simplemente, sino que pueden intensificarse de forma no lineal y, a veces, inesperada", afirma.

Para captar estas dinámicas, los investigadores desarrollaron un modelo de red y lo contrastaron con datos reales de más de 40.000 estudiantes de secundaria estadounidenses de los años 1994/95. Los patrones de desigualdad en las relaciones predichos por el modelo coincidían estrechamente con los patrones de amistad observados, con una precisión de alrededor del 92 %.

El conjunto de datos incluía las amistades reconocidas por los estudiantes: cada uno enumeraba a quienes consideraba amigos y detalles demográficos como el género, la etnia y el nivel de estudios.

Los resultados demostraron cómo pueden interactuar las desventajas superpuestas: aunque las chicas tenían más amigos que los chicos, las chicas negras eran la excepción y, junto con los chicos asiáticos, tenían menos conexiones, menos que los chicos negros y muchas menos que las chicas blancas.

En su caso, las desventajas estructurales de ser negras y mujeres superaban la tendencia general de que las niñas tienden a ser nombradas como amigas con más frecuencia que los niños.

Las niñas blancas, por el contrario, tenían más vínculos sociales y, como miembros tanto de la mayoría étnica como de un grupo de género más propenso a recibir nominaciones de amistad, se beneficiaban de múltiples ventajas estructurales.

Los niños blancos también se beneficiaban de formar parte de la mayoría étnica, lo que les daba una mayor popularidad general en comparación con los menores negros.

"Un patrón sorprendente que observamos fue que, en ciertos niveles de grado, los niños negros estaban mejor conectados que otros, a pesar de enfrentarse a dos capas de desventaja estructural", explica Martin-Gutiérrez.

Según Karimi, "este es un ejemplo de interseccionalidad emergente: ventajas inesperadas que surgen de interacciones complejas entre las preferencias de los grupos, el tamaño de los grupos y los factores contextuales".

 "Este tipo de efectos a menudo han permanecido ocultos en estudios anteriores porque se centraban en un solo rasgo cada vez", señala Karimi. "Nuestros hallazgos subrayan lo importante que es considerar a las personas en toda su complejidad".

De acuerdo con los investigadores, este nuevo método podría ayudar a informar el diseño de escuelas, plataformas sociales y programas políticos, facilitando la identificación y el abordaje temprano de las desventajas estructurales.

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