Irse antes de los partidos, la espantada contra las humillaciones y los jaleos en el metro

Manuel Sánchez GómezLondres, 13 feb (EFE).- El pasado domingo, un dron que sobrevolaba el London Stadium captaba una imagen sorprendente: una hilera de aficionados desfilaba por las puertas del campo y se dirigía a la cercana estación de Stratford, en el este de Londres.

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Cientos de aficionados del West Ham United abandonaban a su equipo a su suerte, pese a que el árbitro no había pitado ni el final de la primera parte. ¿La razón? Los cuatro goles que entre el minuto 32 y el 47 les había clavado el Arsenal y abría la posibilidad de una goleada histórica y humillante. El partido acabó 0-6 -la mayor victoria fuera de casa del Arsenal en su historia- y a falta de 20 minutos para el final la imagen del Olímpico era tétrica. Menos de la mitad del estadio aún aguantaba en el campo.

Las cámaras buscaban a David Moyes, culpándole de la goleada y de lo insípido que es un equipo al que, aun así, respaldan los resultados. Es octavo en la Premier League y sigue vivo en la Europa League.

"Sí, me fui del campo, ¿me hace eso peor 'Hammer'?", dijo esta semana Harry Morris, aficionado del West Ham, en la cadena británica BBC. Y es que irse antes del pitido final es ya una tradición en los campos ingleses, como lo es también perderse los últimos minutos de la primera mitad para aprovechar y poder consumir alguna pinta en el descanso, siendo esta la única posibilidad de beber alcohol durante el partido, al estar prohibido en la grada.

Las aficiones más dadas a perderse algún minuto de juego por salir antes son las de los más grandes, curiosamente. Manchester United, Arsenal, Manchester City, Tottenham Hotspur y Chelsea lideran este apartado en un estudio que YouGov, junto a la casa de apuestas Betfair, realizó este pasado verano.

A favor del United hay que comentar que también son los segundos con más tiempo añadido en las segundas partes, con cuatro minutos más de media que por ejemplo sus vecinos del Manchester City, además de las difíciles comunicaciones que tiene Old Trafford con el centro de la ciudad y que ocasionan importantes atascos a las salidas de los encuentros.

Según el mismo estudio, en total, un 25 % de los aficionados de la Premier admitieron irse antes del pitido final y esgrimieron como excusas evitar las aglomeraciones en el transporte público.

Un 45 % de los encuestados consideran que les da igual que la gente se vaya antes, mientras que un 19 % creen que es una pérdida de dinero.

"La narrativa de que los fans se marchan antes de los partidos por falta de lealtad es extraña. La lealtad se debería medir en el dinero duramente ganado y gastado en entradas, así como en asistir de forma regular a los partidos. En lugar de eso, hay muchos aficionados e incluso expertos que creen que la lealtad de un aficionados solo se puede medir en si está los 90 minutos en el asiento, sin importar lo que tenga enfrente", apuntó James Jones, de la plataforma We Are West Ham.

Un 30 % de los aficionados reconoció que se fueron antes de un partido porque les "estaban pegando una paliza" y un 33 % recordó que por culpa de ello se perdió algún gol.

En un deporte como el fútbol, en el que las entradas vuelan, los precios están por los cielos y en el que su aleatoriedad y azar puede provocar que se vea el mejor gol de la historia en cualquier momento, abandonar los partidos antes de tiempo, por la causa que sea, demuestra la impaciencia de la gente y también la incapacidad para aceptar resultados negativos.

¿Qué habría pasado si los aficionados del Liverpool se hubieran marchado en el descanso de la final de la Champions en Estambul en 2005?

¿Dónde estarían los aficionados del Manchester United que el 26 de mayo de 1999 se hubieran rendido en el minuto 90 y hubiesen decidido abandonar el Camp Nou?

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