Juan Carlos Oviedo era un intérprete identificado con la polca. “Siempre canté las canciones épicas, alguna guarania, pero no mucho porque yo soy festivalero. La polca nde mombay, te despierta. Con Ernesto Báez yo aprendí que hay que cantar con ganas para despertar a la gente”, nos había dicho en una entrevista en 2014.
Oviedo nació en Itacurubí de la Cordillera el 4 de noviembre de 1947 pero se crió en Eusebio Ayala. En 1958 vino a Asunción y se presentó en el Certamen de los Barrios de Radio Comuneros, integrando el trío Los Pimpollitos. Luego se integró al grupo de Ireneo Ojeda Aquino Los Zorzales Guaraníes, con el que hizo giras por Brasil, Bolivia, Perú y otros países.
A su regreso, ya en 1969, integró un dúo con Ignacio Barreto, con quien estuvo unos 15 años, y luego, en 1984, formó el trío con los hermanos Digno y Tito Acuña. “Yo los traje de Caballero, eran muy jóvenes. Estuvimos juntos unos treinta años”, nos dijo entonces.
También participó de las giras de Los Compadres por todo el país e integró el elenco del Ministerio de Defensa Nacional.
Oviedo tenía dificultades en la visión desde niño, quedando ciego ya en la edad adulta. Desde muy niño ya andaba cantando.
“Yo empecé a cantar a los 6 años, acompañándome con una latita de carne en conserva que golpeaba haciendo ritmo. Yo cantaba para los transeúntes, para los camioneros que se juntaban en Barrero, y me daban unas monedas. Luego, como me gustaba mucho la música, mi hermano mayor, que era carpintero, me compró una guitarrita de la casa Viladesau de Asunción”, cuenta.
En ese entonces, el asfalto terminaba en Eusebio Ayala y en épocas de lluvia, cuando la ruta se clausuraba, los camioneros se quedaban apostados al costado del camino. Oviedo les entretenía cantando con su latita y recibía buenas propinas.
“Cuando tenía ya mi guitarra, de paso, alguien me enseñaba algunos acordes y así fui aprendiendo”, alega.
Luego de separarse de los hermanos Acuña integró un conjunto con Aparicio González y José Gayoso.
Tras sufrir el ACV en octubre, ya no pudo caminar y expresarse, lo que lo obligó a hacer fisioterapia, pero a partir de diciembre su estado se volvió más delicado. Tuvo que ser trasladado al Hospital de Clínicas, donde estuvo internado.
Ante complicaciones prevalecía el humor
Los restos de Juan Carlos Oviedo llegaron ayer al atardecer al Velatorio San Blas (Mcal. López c/ Irrazábal), donde serán velados hasta hoy. Hasta el cierre de esta página aún no se tenía confirmada la hora del sepelio.
Los últimos años de su vida Juan Carlos Oviedo sufrió varias complicaciones en su salud. Sufría de diabetes, lo que obligaba a internarse periódicamente, por varias dolencias. Justamente, sus compañeros Acuña ya no podían ocuparse de él y debían cumplir con compromisos artísticos, por lo que se vieron obligados a formar una nueva agrupación.
Con Tito y Digno Acuña grabó más de treinta discos y no solo se presentaron en los principales festivales del país sino que también realizaron actuaciones en Buenos Aires, Estados Unidos y Francia.
Quien siempre se mantuvo a su lado fue su esposa Ninfa, infaltable compañera de sus últimos años.
Pero, a pesar de su aquejada salud, Oviedo siempre mantenía el buen humor. “Cuando yo nací la partera me dio una palmada en la nalga para que empiece a llorar, pero yo empecé a cantar”, dijo en una ocasión en que fue premiado por su trayectoria artística y la difusión de la música paraguaya.