Este 8 de junio, Benzecry cumplió 84 años. Sus recuerdos sobre cómo la dirección orquestal llegó a él son muy vívidos. “Yo, caradura, me atreví”, contó, sobre el momento cuando su director Teodoro Fuchs pidió que alguien tome la batuta mientras él iba a otra sala por un momento. Benzecry era concertino de la Orquesta Juvenil de Argentina y no dudó en tomar la oportunidad. Al verlo, Fuchs le ofreció estudiar con él.
Así, de siete hermanos, es el único artista y siempre su principal motivación son los jóvenes y la formación. Actualmente, también es director de la Maestría en Dirección de Orquesta, Ensamble y Banda, de la Universidad Nacional de las Artes. Fue allí donde se dio una gran conexión entre Paraguay y él, ya que este año egresaron de allí los nuevos magísteres paraguayos: Germán Recalde y Virginia Aquino. En marzo, Benzecry estuvo aquí para presenciar sus conciertos de egreso.
“Son los primeros en el Cono Sur, puesto que no existían maestrías en dirección de orquesta, ensamble y banda. Esto es importante también para la Argentina por el hecho de empezar a producir magísteres en esta tan compleja disciplina que es la dirección”, señaló.
Para él, estar en contacto con jóvenes es algo que lo “rejuvenece” porque observa que “hay una retroalimentación entre lo que uno da y lo que vuelve”. Aseguró que él puede “enseñarles muchas cosas”, pero que ellos “también” le enseñan.
En la visión del director, la formación de orquestas en cada país es algo “necesario”. “Yo colaboré 28 años con el maestro Abreu”, recordó sobre José Antonio Abreu, creador del Sistema de Orquestas de Venezuela. En dicho sentido, mencionó que en ese país se daba “el problema al revés del que tienen la mayoría de los países: tenían más directores que orquestas”. La importancia del director radica, para él, en que es quien “confiere el nivel de calidad” a una orquesta.
“Existen directores excepcionales, pero son muy pocos”, pensó luego, citando a sus favoritos como Leonard Bernstein, Claudio Abbado, Simon Rattle y Gustavo Dudamel.
“A Gustavo lo conocí cuando tenía 14 años y tocaba todavía en la fila de primeros violines en la ciudad de Barquisimeto, en Venezuela. A los 15 años Abreu lo llevó a Caracas porque él tenía un ojo clínico. Hoy Gustavo es tal vez el director más importante del mundo”, calificó. “Leonard Bernstein era una persona de una generosidad y un carácter excepcionales, era muy llano, muy franco y muy accesible. Irrepetible”, recordó también sobre el compositor y director norteamericano, a quien asistió en la Orquesta Filarmónica de Nueva York.
Pero para que exista un movimiento de orquestas fuerte en cada país, Benzecry subrayó que el apoyo del Estado es “crucial”, como el de entes privados.
El arte para crecer
Gracias a su vasta experiencia, que también incluye dirección de orquestas en Portugal, Estados Unidos, Francia, Venezuela, Brasil, Uruguay, Chile, Alemania, Canadá, México, y más, hoy día puede aconsejar a sus alumnos o a cualquier joven que “no traten de imitar a nadie, sino que traten de ser ellos mismos”. En esa misma línea, afirmó que “cualquier imitación, por buena que sea, resulta algo falso”. Al decir del director, “el talento puro no logra nada”, por lo que afirmó que ese don “debe estar cimentado en un trabajo diario, continuo. Debemos cultivar la cultura del esfuerzo”, aseveró.
Pero en ese marco, para él es importante encausar la curiosidad intelectual de los jóvenes. “Ese interés por la cultura tiene que competir con la televisión, la radio, la discoteca o los videojuegos. Porque aquellos conocimientos que son adquiridos sin un interés propio de la persona que los adquiere, se los olvida”, señaló.
Según su perspectiva, los modelos educativos necesitan “una reforma donde el alumno pueda ir eligiendo las materias que más le interesan”. Detalló que los chicos deberían “recibir las que deben, como aprender a escribir, pero hay muchas otras que se le tienen que dar como amplio abanico de opciones. Nuestros sistemas educativos están muy obsoletos”, aseguró.
Si bien a los jóvenes “hay que guiarlos, no imponerles nada”, consideró que “el arte es una comida espiritual” para todo momento. “El arte eleva al hombre y la altura de su horizonte, de lo que puede llegar a pretender en la vida; para mí lo ha sido todo. Creo que no tiene por qué ser así para todos, pero debe ser una parte que uno no puede resignar en su vida, porque el arte hace a una sociedad pensante y sensible”.