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“Son cómodos, amplios y ayudan bastante en el sentido de que no están tirando el humo que tiran las otras micros (autobuses). Prácticamente no se escuchan” , relata a la AFP Scarlet Silva, una estudiante de 23 años tras bajarse de uno de estos buses. De color rojo y blanco, con capacidad para 81 pasajeros -30 sentados y 51 de pie-, conexión wifi y cargadores USB, reemplazarán gradualmente a los 6500 autobuses a diésel que actualmente forman parte del Transantiago, el criticado sistema de transporte público que opera hace poco más de una década en la capital chilena.
En febrero, se integrarán otros 100 autobuses y se proyecta llegar a cerca de un millar en los próximos tres años.
Además de Chile, otros países de América Latina están poniendo en marcha planes de movilidad eléctrica, como Colombia, que prepara el despliegue de 1500 taxis eléctricos para 2020; o Uruguay, que ha construido estaciones de recarga eléctrica en 300 km de sus carreteras turísticas, exonerado además de tasas de importación a los vehículos eléctricos de uso comercial.