La gente decente tiene que ponerse el país al hombro

Comienza un nuevo año, luego de un durísimo 2020, marcado con una pandemia que produjo la muerte de miles de personas, algunas de las cuales tal vez podrían haberse evitado. Durante el año que culminó siguieron las trapisondas de grupos políticos y económicos en perjuicio de la sociedad, los que se distribuyeron beneficios de influencia preparando el camino para continuar mamando del Estado. Es hora de que las personas de bien se carguen el Paraguay al hombro para rescatarlo de las garras de la caterva de sinvergüenzas que –salvo escasas excepciones– integran los tres pútridos Poderes del Estado, desde donde se apoderan de sus bienes para utilizarlos en beneficio propio y condenar al resto de la sociedad a la ignorancia y la miseria.

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Comienza un nuevo año en la historia de la República del Paraguay luego de un durísimo 2020, marcado con una pandemia que produjo la muerte de miles de personas, algunas de las cuales tal vez podrían haberse evitado. Al igual que pudo evitarse la carencia de insumos en un momento crítico, si no hubiese sido por la corrupción que impera en el Gobierno.

La gente sufrió mucho también por la imposibilidad de continuar su actividad laboral, ya que el Gobierno, no solo al principio de la pandemia, sino durante mucho tiempo, como no podía garantizar la atención en salud y el control del cumplimiento de las medidas, prefirió confinar y prohibir la actividad responsable. Esto no puede endilgarse a la población que siempre se comportó de manera correcta, cumpliendo todas las normas, a no ser por excepciones de personas reacias al cuidado necesario.

Durante el año que culminó siguieron las trapisondas de grupos políticos y económicos en perjuicio de la sociedad, los que se distribuyeron beneficios de influencia preparando el camino para continuar mamando del Estado, propiedad de la sociedad paraguaya, no de ellos.

El periodo parlamentario no aportó casi nada positivo, avalando el endeudamiento planteado por el Gobierno con la excusa de afrontar la crisis sanitaria. Los proyectos educativos, promoción de inversiones, empleos, lucha contra la pobreza, obras de infraestructura prácticamente no se vieron. Las personas en Paraguay siguen muriendo en raudales, en camillas ubicadas en pasillos de hospitales o, si no mueren, se endeudan hasta el cuello por lo que representó la compra de medicamentos. La inutilidad del Congreso llegó al punto de promulgar una ley de ollas populares, reconociendo con eso que no hay capacidad para otra cosa que no sea una miserable asistencia pasajera.

A lo largo de su historia, el pueblo paraguayo demostró su valentía e ingenio para superar grandes adversidades. La gesta de mayo de 1811 fue un éxito por la decisión encomiable de jóvenes convencidos de que el camino de la libertad y la independencia era el correcto para construir una nación libre y próspera. Este mismo ideario inspiró a varios gobernantes que obraron con honestidad y sentido patriótico, pensando en el bienestar general de la población. El pueblo paraguayo, su gente, afrontó dos terribles e injustas guerras, reconstruyendo luego un país devastado.

El paraguayo es un ciudadano marcado por un orgullo auténtico de sus raíces. Las mujeres paraguayas siempre mostraron estoicismo, valentía y arrojo cuando tuvieron que enfrentar enormes dificultades. En todo el mundo hubo siempre paraguayos que destacaron por su esfuerzo y su talento en las distintas áreas, como Mangoré, Roa Bastos, Berta Rojas, Arsenio Erico, Luis Alberto del Paraná, Herminio Giménez, Agustín Barboza, Félix Pérez Cardozo, por citar apenas unos nombres, ya que existen otros muchos. Todos ellos dejaron en alto el nombre del Paraguay.

Es hora de que nuestro pueblo reaccione y reclame con firmeza contra la impunidad de ladrones que provocan la muerte, la pobreza, la desesperanza de la gente honesta. No podemos esperar nada de esta clase política entreguista, miope, ignorante y decadente, salvo que sigan robando. Igual que en los momentos más difíciles de la historia, solo serán los hombres y mujeres patriotas los que afrontarán los males que nos aquejan para construir una sociedad justa, teniendo como los padres de nuestra patria, el bien común como fin principal.

Es hora de que las personas de bien se carguen el Paraguay al hombro para rescatarlo de las garras de la caterva de sinvergüenzas que –salvo escasas excepciones– integran los tres pútridos Poderes del Estado, desde donde se apoderan de sus bienes para utilizarlos en beneficio propio y condenar al resto de la sociedad a la ignorancia y la miseria.

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