Necesitamos una maratón nacional de vacunación

El sábado llega un lote de un millón de vacunas anticovid Pfizer donadas por Estados Unidos, lo que, sumado a las actuales existencias y las previsiones de nuevas partidas que deben arribar en las próximas semanas, hace suponer que desde este mes, por primera vez, habrá suficiente disponibilidad de antígenos para verdaderamente aspirar a torcer la tendencia y empezar a vencer la pandemia en el país. Para lograrlo, sin embargo, no basta con tener las vacunas, hay que aplicarlas rápida y masivamente. Ello requiere una gran maratón nacional de vacunación, con horarios extendidos, eliminación de cualquier engorrosa traba más allá del básico registro, apertura a todos los que estén en edad y condiciones de vacunarse y adopción de feriados sanitarios que hagan posible alcanzar el objetivo.

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El sábado llega un lote de un millón de vacunas anticovid Pfizer donadas por Estados Unidos, lo que, sumado a las actuales existencias y las previsiones de nuevas partidas que deben arribar en las próximas semanas, hace suponer que desde este mes, por primera vez, habrá suficiente disponibilidad de antígenos para verdaderamente aspirar a torcer la tendencia y empezar a vencer la pandemia en el país. Para lograrlo, sin embargo, no basta con tener las vacunas, hay que aplicarlas rápida y masivamente. Ello requiere una gran maratón nacional de vacunación, con horarios extendidos, eliminación de cualquier engorrosa traba más allá del básico registro, apertura a todos los que estén en edad y condiciones de vacunarse y adopción de feriados sanitarios que hagan posible alcanzar el objetivo.

El desafío es muy grande. Durante todo el primer semestre, al 30 de junio, se administraron en el país 660.351 vacunas a 526.960 personas, de las cuales 133.391 recibieron ya la segunda dosis. Estamos hablando de que solamente en julio se tiene que duplicar el ritmo de vacunación de los seis meses anteriores juntos, y si efectivamente llegan más biológicos como está previsto, el esfuerzo tendrá que ser incluso mayor.

Vacunar rápida y masivamente es extremadamente importante por varias razones. La primera es nada menos que salvar vidas. Cada vida cuenta y cuanto antes se vacune cada persona, menor será la probabilidad de que se infecte o que llegue a estadios graves de la enfermedad, lo cual en sí mismo es suficiente motivo para acelerar la vacunación lo más que se pueda.

Otra razón es de carácter general. Cuantas más personas vacunadas haya, menor será el número de contagiados y, por ende, mayor la posibilidad de contener la propagación. Debe vacunarse un amplio porcentaje de la población para alcanzar una “inmunidad de rebaño” capaz de cortar la circulación del virus. Solo entonces bajarán realmente las cifras de contagios, internaciones y fallecimientos y el país estará en condiciones de comenzar a volver a la normalidad y concentrarse en ponerse plenamente en marcha. Con más de 13.000 muertes asociadas al covid y los graves perjuicios socioeconómicos causados por la pandemia, no hay tiempo que perder.

Una tercera razón es estratégica, relacionada con las negociaciones con países, organizaciones y laboratorios para obtener y mantener un abastecimiento regular y necesario no solo para ahora, sino para el resto del año, para las segundas dosis y para lo que venga después. En medio de un mercado internacional complicado, ¿cómo pretender que nos adelanten las partidas de vacunas si después quedan guardadas en un depósito? En cambio, si el país demuestra seriedad y agilidad y capacidad de gestión y ejecución, las posibilidades serán mucho mayores.

Tenemos que decir que no es esa la impresión que nuestras autoridades nacionales y sanitarias están dando por el momento. Con un promedio últimamente de alrededor de 30.000 vacunaciones por día, a este paso se necesitarían unos cinco meses solamente para administrar la primera dosis a los 4.000.000 de habitantes mayores de 18 años que todavía no se inmunizaron, y no alcanzaría el año para completar la campaña con una población relativamente pequeña como la paraguaya.

Nuestro país mantiene consistentemente el triste sitial de ser el que proporcionalmente menos ha vacunado en toda Sudamérica después de Venezuela. En términos absolutos, incluso la caótica Venezuela de Maduro ya aplicó 1.500.000 dosis contra 800.000 de Paraguay. Nuestra vecina Bolivia ya aplicó 2.700.000 dosis y Ecuador 4.500.000, solo por mencionar a los de la parte baja de la lista.

Consecuentemente, no puede ser casualidad que ocupemos el trágico ¡primer lugar en el mundo! de muertes por covid por millón de habitantes. Con 18,31 muertes por millón, el ratio paraguayo actualmente más que duplica la media sudamericana (7,73) y es también más del doble de las de Europa y América del Norte en su peor momento, con los picos de fallecimientos que sufrieron en enero, de 7,46 y 8,48 muertes por millón, respectivamente.

Para que esto cambie, hay que acelerar dramáticamente el ritmo de vacunación ya mismo. Primero, los 216 vacunatorios establecidos en el territorio nacional deben atender por lo menos hasta las 21:00, para permitir que la gente pueda acudir fuera del horario en el que se concentra la mayor parte de las actividades laborales, lo que también ayudará a descomprimir, si lo que tanto se teme es la aglomeración. Segundo, hay que facilitar el proceso y abrirlo para el mayor número de personas posible, ya no tiene sentido seguir limitándolo por edad, estado, profesión o lo que sea. Tercero, una vez que estén distribuidas las vacunas que llegan el sábado, hay que decretar por lo menos dos feriados sanitarios, más el fin de semana, con atención 24 horas, para sacarle el máximo provecho a la oportunidad.

Ahora hay vacunas, hay cooperación y complementación claves con el sector privado para la logística –algo que debió ocurrir desde el día uno–, las condiciones han mejorado, lo que no quedan son excusas. Tanto el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, como el ministro de Salud, Julio Borba, deben ponerse a la altura, despojarse de cualquier timorata actitud burocrática y atreverse a adoptar las medidas extraordinarias que demandan las circunstancias.

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