“Siempre hemos sido capaces de superar esas diferencias y unirnos en torno a nuestra tarea central que es protegernos los unos a los otros. Y estoy absolutamente seguro de que podemos hacerlo hoy también”, dijo ayer el secretario general aliado, Jens Stoltenberg, en una rueda de prensa previa a la reunión ministerial.
La operación turca unilateral contra milicias kurdas en el noreste de Siria en octubre motivó el rechazo de varios aliados.
A esta tensa situación también ha contribuido la adquisición por parte de Ankara de misiles antiaéreos rusos S-400, incompatibles con el sistema de defensa de la Alianza, o su consiguiente exclusión del programa de los nuevos cazas F-35 estadounidenses, recordaron fuentes aliadas.
Otra controversia se ha sumado en los últimos días, a raíz de la entrevista de Macron al semanario británico “The Economist”, el 7 de noviembre, en la que opinó que la OTAN se encuentra en “muerte cerebral”.
Algunas fuentes aliadas aseguran que, con esas declaraciones, Macron pretendía movilizar más a los europeos, mientras que otras indican que sus palabras no cayeron bien en especial entre los aliados del Este de Europa, que temen la cercanía de Rusia y su comportamiento en crisis separatistas como la de Ucrania.
Algunas delegaciones ven con buenos ojos el hecho de que Macron invite a una “reflexión” sobre el funcionamiento de la organización –aunque no compartan la dureza de sus críticas– e incluso esperan que el titular francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, exponga propuestas al respecto.