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Ayer se conmemoró el 65° aniversario de la ordenación sacerdotal de Joseph Ratzinger en un acto en el Vaticano.
Francisco se dirigió al lugar donde se encontraba el alemán, Ratzinger se levantó, se quitó el bonete en señal de respeto y ambos se abrazaron, intercambiaron algunas palabras y se abrazaron hasta que Francisco invitó al emérito a sentarse.
El Papa tuvo palabras de agradecimiento hacia su predecesor alemán, de quien dijo que “no deja de contribuir verdaderamente con vigor y sabiduría al crecimiento” de la Iglesia.
El Papa emérito, el primero de la historia moderna, vive en el monasterio “Mater Ecclesiae”, dedicado a la oración y sin intervenir en los asuntos de la Iglesia.