Sudáfrica despliega su ejército para contener violencia xenófoba

El ejército sudafricano comenzó a desplegarse ayer en el suburbio de Alexandra, en Johannesburgo, para mantener el orden y asistir a la policía en la lucha contra la violencia xenófoba, que en las dos últimas semanas ha dejado siete muertos. El despliegue recuerda el pasado reciente del apartheid, en que el propio Estado violentaba a la población negra.

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JOHANNESBURGO (AFP).Demandada por las asociaciones de la diáspora africana en Sudáfrica desde hace varios días, la movilización excepcional de los militares es “el último recurso”, declaró la ministra de Defensa, Nosiviwe Mapisa-Nqakula. “La decisión no ha sido tomada a la ligera”, subrayó en rueda de prensa.

“El ejército será empleado como fuerza de disuasión contra la criminalidad”, declaró en una visita a Alexandra, donde durante la noche se produjeron nuevos incidentes.

La titular de Defensa indicó que el papel del ejército no era sustituir a la policía. Es “precisamente porque no somos un Estado militarizado” que las fuerzas del orden están interviniendo de forma gradual, señaló.

“Estamos desplegando tropas también en Kwazulu-Natal (provincia del este del país, donde comenzaron los altercados y donde se encuentra la ciudad de Durban). Es nuestra responsabilidad garantizar que todo el país vaya bien”, añadió.

El ejército no se desplegaba por razones similares desde mayo de 2008, cuando otro arranque de violencia xenófoba dejó 62 muertos. El gobierno de Jacob Zuma también recurrió a los militares durante las sangrientas huelgas de los mineros de Marikana.

La presencia del ejército en los suburbios recuerda al periodo no tan lejano de los años noventa, cuando la violencia era la del régimen racista del apartheid y se ejercía contra la mayoría negra.

A pocos días de la fiesta nacional, que tendrá lugar el próximo lunes para celebrar el 21 aniversario del derecho al voto de los negros, el Gobierno trata a marchas forzadas de restablecer la calma y la reputación del país. En Alexandra, la noche pasada, una pareja de Zimbabue era agredida, aunque “ya salieron del hospital y están fuera de peligro”, afirmó la ministra.

El sábado pasado, un mozambiqueño, Emmanuel Sithole, fue apuñalado hasta la muerte en ese suburbio donde se hacinan 400.000 personas viviendo en la pobreza.

Sus cuatro presuntos agresores fueron llevados el martes ante el juez, que los ha mantenido en detención.

Oficialmente, la violencia ha dejado siete muertos –tres sudafricanos y cuatro extranjeros, entre ellos, un etíope quemado vivo en su casa–, según la policía, si bien el balance no es totalmente fiable. Los altercados también han dejado varios miles de desplazados, entre ellos más de 900 que decidieron ser repatriados.

De regreso en su país de origen, había que juraban que no volverían, como Trust Mhlanga, obrero zimbabuense empleado en BTP desde hacía cuatro años en Durban.

“Lo he perdido todo”, explicaba uno de sus compatriotas, Melusi Ndiweni, en tránsito hacia la frontera. “Una multitud enfurecida vino cantando y gritando con palos y machetes. Logré huir con mis papeles y la ropa que llevaba puesta. Me habrían matado si no hubiera logrado escaparme”, apuntó.

El rey de los zulúes, Goodwill Zwelithini, había rechazado toda responsabilidad en la ola de ataques xenófobos de las últimas semanas en Sudáfrica.

Hace un mes, Zwelithini, la máxima autoridad de la provincia de KwaZulu-Natal, donde está situado Durban, pidió a los extranjeros que “hicieran sus maletas” y abandonaran Sudáfrica.

Los trabajadores extranjeros del continente africano que trabajan en Sudáfrica siguen en máxima alerta, mientras crece la presión diplomática para evitar un baño de sangre.

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