Duarte propuso reforzar el compromiso social, optando cada vez más por una evangelización vivida entre los más pobres, que renueve la esperanza. “Hago un llamado a los jóvenes que sientan esa vocación a la vida consagrada, a pedir la intercesión de la Virgen para darles el valor y coraje para responder al Señor”, dijo.
“Qué gran error es pensar que para dar prioridad a la Palabra de Dios tengo que abandonar a la Madre María; al contrario, Ella es la Madre de la Palabra y de la Alegría: anunciada por el Creador, cuando lanza la sentencia contra la serpiente en el pecado original “la descendencia de esta te aplastará la cabeza” Gn.3,14-15”, dijo en su homilía el padre Osvaldo Duarte, superior de la Congregación del Santísimo Redentor, al referirse a la importancia de María en la Iglesia.
Explicó que ese texto se inspira la Inmaculada Concepción. Ella con su sí al plan salvífico de Dios venció la seducción del pecado, dijo.
La misa de anoche fue dedicada a los consagrados: religiosas y sacerdotes de todo el país. En ese sentido, instó a los invitados a caminar hacia un nuevo modo de ser Iglesia; en la sinodalidad, con participación, construcción colectiva, en comunidad ante el gran desafío de la reestructuración, buscando revitalizar el testimonio y la misión en la Iglesia.
“Nos urge situarnos del lado de la vida, allí donde las iniciativas favorecen la dignidad humana. Es necesario poner la mirada en Jesús, para con fidelidad creativa hacer lo que Él nos diga; a su estilo desde sus criterios, en coherencia con sus opciones. Si escuchamos a Jesús, con Él podremos transformar todas las estructuras anquilosadas, la mentalidad paralizada, y las estructuras deshumanizadas”, expresó a dirigirse a los consagrados.
En otro momento, Duarte señaló que la vida consagrada hace del Evangelio su fuente primera de inspiración, y se transforma en memoria viviente en el modo de existir y de actuar de Jesús. “Nuestra identidad nos impulsa a ser signo profético del Reino”, exclamó.