Según la liturgia, se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Generalmente las personas salen a recibir la bendición a través de sus palmas, que a la vez luego colocan en sus casas. Debido a la cuarentena, en esta ocasión, solo monseñor Valenzuela recorrió, sin ningún tipo de aglomeración.
Posteriormente, una misa fue celebrada a puertas cerradas en la Catedral. Dionicio Echagüe, párroco de la catedral, dijo en la homilía que: “Esta realidad es un signo de los tiempos que debemos interpretar a la luz de la fe, sobre lo que el Señor quiere decirnos. Hoy empezamos la Semana Santa, con la Iglesia universal reunida en la casa, qué lindo, qué grande, qué circunstancia paradójica ante todo”.
Recordó que podemos encontrar la seguridad en la casa, como antes, cuando no se tenía templo y que, sin embargo, en la casa se formaba la comunidad. “De esa casa que se convierte en la casa de Dios”, comentó.
Dijo que realmente es en la familia donde germina toda la realidad humana y donde podemos tomar sentido de pertenencia de una gran comunidad. “En nuestra casa también vamos a recibir a Jesús, con nuestra palma. Esa que significa que Cristo ha vencido a la muerte”.
En María Auxiliadora
Otra emotiva procesión fue la que preparó el Santuario de María Auxiliadora donde el padre salesiano, Héctor Fariña Garcilazo, párroco y rector, recorrió en procesión con la imagen perteneciente a la Fundación Fernando Gómez Scifo y que data de más de 60 años.
“El momento más conmovedor fue cuando pasamos por la zona del viejo Hospital de Clínicas donde las enfermeras hacían vivas y con lágrimas en los ojos saludaban al paso del Señor de las Palmas, incluso de rodillas”, dijo Fabriczio Sarubbi, encargado de la Pastoral del Santuario.