El Ministerio de Salud en sus anuncios de época advierte sobre el tema y recomienda evitar criaderos. Pero además de aquellas campañas en las que llegaban 2 o 3 funcionarios para mirar tu patio y anotar en su carpeta que controlaron tal y tal casa, no hay registros patentes de que la gente haya aprendido la primera prevención, que es la limpieza dentro y fuera de su hogar. Y para que esto ocurra hay que tratar de ser un consumidor consciente, no llenarnos de paquetes inservibles, no acumular desordenadamente cosas viejas. Si va a reciclar, sea ordenado, constrúyase un galpón. Sobran los rincones del patio de la casa, ahí donde la escoba rara vez llega, también pasillos, sótanos o terrazas, espacios debajo de la escalera, etc. Todo hay que remover cada tanto, por lo menos hacer una limpieza de lo acumulado cada 6 meses o una vez por año. No es opción, es deber. No tenemos que ser perezosos por el bienestar individual, familiar y de toda la comunidad. ¿En qué barrio no hay expertos en producir basura por toneladas y no hacerse cargo? pero hay que llegar a estos especímenes, y llegar significa sondearlos a ver qué planean hacer con lo acumulado (lo más seguro es que no tenga ningún plan) y orientarlos. Muchas veces no es precisamente haraganería o ser mala persona, sino falta de educación y creatividad. Por supuesto, no son problemas fáciles de resolver, entre nosotros hay muchos con la “cultura” de quemar la basura, y tengo mis dudas si es para deshacerse de ella o porque aman prender fuego, también están los que la arrojan al raudal o la sacan a la medianoche –furtivamente– para ponerla en el medio de la calle o en el portabasura ajeno.
Los camiones recolectores juntan basura domiciliaria y en muchos barrios son puntuales, pero no llevan montañas de residuos de una sola casa, hay que ir poniéndosela de a poco. A veces una propina a los muchachos no es tanto “robo”, y mantenemos bien el espacio en común. Con el orden y la limpieza, cuánto ahorraríamos en gastos de salud; el dengue y otras enfermedades transmitidas por insectos son enfermedades de la miseria, así no vivamos en esa condición, si no nos disponemos a crear menos basura y la que haya procesarla correctamente, internamente nos catalogamos como miserables.
Ahora la municipalidad de Asunción suma a su flota de camiones a “El voluminoso”, un camión enorme que retirará –así dice la publicidad oficial– todos los restos de chatarra y muebles viejos; hay que sacar foto, pasar dirección y llamar a pedir que pase a recoger.
Entonces, cada vez más posibilidades de acabar con las plagas domésticas. Basta de cachivaches y sarambí. La limpieza y la estética también revelan nuestra educación y progreso social. Hagamos espacio, deshagámonos de lo que no necesitamos, de lo que ya no usamos, aprendamos a soltar las cosas, dejemos que entre el sol y el aire donde vivimos, no importa el nivel económico, adquirir buenos hábitos vale para todos.