Revolución a la paraguaya

Aunque hay mucha gente que no entiende bien lo que sucede o aunque Ud. no lo crea, un gran sector no sabe o no está interesado, a otra parte sí se le ha pasado por la cabeza pensar si estallara una revolución, cómo sería en Paraguay. Sin dudas, el caos, la destrucción de la ciudad, el levantamiento del pueblo por disconformidad y hartazgo es una idea que aterra a todo gobierno hoy, sea de la línea que sea; algunos más relajados como los nuestros también paran las antenas, a pesar de que como me decía un estudioso: “El pueblo paraguayo tiene todavía ese silencio enraizado del indio que todo lo soporta desde hace más de 500 años”.

audima

Pero con la explosión social que se está dando en Sudamérica, por qué no imaginar si no un brote demoledor, un levantamiento de voces y algún atisbo de rebeldía por más justicia.

Con y sin injerencia de fuerzas ideológicas de derecha y de izquierda, nacionales e internacionales, en los países se está demostrando la fuerza que puede llegar a tener el pueblo descontento, pero también cuánto puede estar dividido y ser enfrentado consigo mismo (en las diferentes clases sociales).

Las revoluciones siempre han comenzado en la ciudad, de ahí se expanden al resto del país. Y también siempre han tenido una cara, un rostro, ya sea como líder o como enemigo a vencer. En las apasionantes clases de política que nos daba el profesor Carlos Martini en la época de universidad, solía explicarnos en detalle cómo se producían, elaboraban, cómo se activaban los descontentos populares, y cómo los partidos políticos dejaban de buscar el bien común para convertirse en una mera estructura de poder. Cómo hace falta en los medios masivos, alternativos, hasta en los grupos no virtuales, de amigos, de familia, mentes “frías” que sean auténticamente libres y docentes para explicar a la población lo que estamos viviendo a nivel país y latinoamericano.

Volviendo a la calidad del rebelde paraguayo, deberíamos describir nuestro entorno. Yo diría que mayormente es bastante formal, ama los discursos y la autoridad vertical.

La masa es bien variada, yo estoy en un barrio que, como muchos de Asunción y ciudades aledañas, se ha ido formando con sus diferencias sociales, hay zonas con casas muy lindas, otras intermedias y por supuesto el sector hacia el río, donde otra vez distintos niveles de pobres y muy pobres, y al final del trecho comienza la miseria.

¿Quién sería el revolucionario en Paraguay? ¿El empleado público, el pequeño emprendedor, el vendedor ambulante, el desocupado, el migrante…?

Previo a toda revolución, de alguna manera debemos saber quiénes somos, cuán unidos estamos por un país mejor y cuál será el camino –siempre doloroso– de reconstitución nacional. Estar disconforme con el sistema significa que hay desigualdades socioeconómicas que ya no se pueden sostener.

La calidad de la revolución tiene mucho que ver con los artífices, con la naturaleza más que de los líderes, de cada uno de nosotros como protagonistas del cambio, y los valores se demuestran en la vida diaria y común.

El pueblo se levanta cuando tiene hambre, y hay diferentes hambrunas. “Imputar la revolución a los hombres es imputar la marea a las olas” (Víctor Hugo).

lperalta@abc.com.py

Lo
más leído
del día