Esto se observa en las calles, en la avenida costanera San José y en el circuito comercial encarnaceno, donde la actividad prácticamente es nula, en gran medida también debido a la situación económica de sus principales clientes, los turistas argentinos. Los sitios donde es inevitable el flujo de personas son los supermercados, pero las medidas profilácticas adoptadas en la mayoría de ellos parecen dar cierta tranquilidad.
Como nunca la necesidad de estar informados juega un papel de vital importancia, no solo para evitar la expansión del mal, sino para evitar la sicosis colectiva que comienza a apoderarse de la gente.
La VII Región Sanitaria estableció un cerco de control en el puente internacional San Roque González de Santacruz, pero el control fue totalmente insuficiente para constituirse efectivamente en una barrera de protección.
Los primeros días fueron designados apenas tres funcionarios para cubrir las 24 horas, y la cantidad sería elevada a otros tres, los cuales, obviamente, son absolutamente insuficientes. Los controles eran solamente aleatorios y se limitaban a los pasajeros de transportes públicos, no así a los que ingresaban en vehículos particulares.
Creo que esta es una gran oportunidad para que los supernumerarios que atestan las oficinas de algunos entes públicos sean puestos a cumplir una tarea, que es controlar el grado corporal de las personas que ingresan por el paso fronterizo que une Encarnación con Posadas.
El trabajo exige apenas un mínimo grado de instrucción para operar los dispositivos electrónicos que toman la temperatura, y en caso de comprobarse una situación de riesgo, comunicar al personal sanitario asignado para intervenir en esos casos.
De esta forma se podrá controlar realmente a cada pasajero que ingresa al país, y el resultado no estará, como ocurre ahora, librado al azar.