Despilfarros en cuarentena

La pandemia del coronavirus o covid-19, que sacude al mundo, consiguió sensibilizar a muchos gobiernos del mundo, a las empresas, personalidades, gremios de diferentes ámbitos, renunciando incluso a la rentabilidad. Y así debe ser. La vida es el mayor bien jurídico protegido en Paraguay y en casi todo el mundo, muy por encima de la plata.

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En estos tiempos hay que retirarle el poder que le otorgan en las empresas e instituciones del Estado a los administradores y tesoreros porque carecen de sensibilidad social o reciben órdenes de actual mirando solo los billetes.

Hasta gobiernos liberales con capitalismos “salvajes” tuvieron que adoptar ideologías socialistas para enfrentar esta crisis que golpea tanto al actor Tom Hanks como a Juan González, a un chino, iraní, italiano y francés.

Como pocas veces los tres poderes del Estado de Paraguay coincidieron en adoptar posturas que benefician a la población en general, dejando de lado intereses sectoriales. Lo que hicieron no es suficiente aún pero es un buen inicio de que en el país se puede trabajar en armonía en pos de la gente sin necesidad de que se le contrate a un publicista político para que te diseñe un eslogan.

De hecho, varios embajadores y cónsules acreditados ante nuestro país aplaudieron la decisión del Gobierno, que tuvo el aval de los dos restantes poderes del Estado, en la reunión realizada en el Comité Olímpico Paraguayo el jueves pasado. Y nobleza obliga decirlo, gran parte de la ciudadanía también aprobó la decisión del Ejecutivo, aunque observamos aglomeración de personas en algunos sitios, lo que evidencia que aún nos falta tomar conciencia ante estos casos graves.

Otro hecho evidente es que la clase política está ausente en este combate contra el virus. No vemos ningún gesto importante de los legisladores, de partidos políticos y movimientos en favor directo de la ciudadanía. Solo discursos y consejos. Más nada.

Los 125 legisladores (45 senadores y 80 diputados) tendrían que renunciar a su cupo de combustible para destinar ese monto a trabajos sanitarios urgentes. Amable lector, usted sabe que cada parlamentario recibe G. 5.500.000 en concepto de cupo de combustible por mes y que anualmente nos cuesta a todos G. 8.250 millones, que bien se podría destinar a obras sociales.

Cuando no hay vacunas, tapabocas, camas de terapias, respiradores artificiales, alcohol en gel, traje adecuado para el personal de blanco no es porque somos un país pobre sino porque el dinero de nuestros impuestos se destina para el bienestar de una clase élite de funcionarios públicos. ¿Es justo esto? Pues claro que no. Estamos hartos de los groseros beneficios y de pagar impuestos para que otros vivan mejor que nosotros, con nuestra plata.

Solo un par de legisladores renunciaron públicamente a su cupo para destinar a obras sociales. La mayoría no sabemos qué hace del combustible.

Los privilegiados funcionarios de las binacionales, comenzando por sus directores, hasta el momento no se manifestaron públicamente. Dieron discursos, aparecieron en las fotos pero hasta ahí. ¿Nicanor Duarte Frutos y Ernst Bergen ya le pidieron a sus funcionarios que renuncien a los groseros beneficios para el sector salud? Pero resulta que desde los poderes del Estado (Ejecutivo y Legislativo principalmente) nos vienen metiendo la mano en el bolsillo para que el funcionariado tenga buena salud, con seguros médicos VIP, gastos de alimentación, presentismo, etc, etc. Todos son eufemismos e inventos administrativos criminales para justificar los despilfarros.

Así como se le aplaudió al Ejecutivo por tomar la difícil decisión de “parar” el país por dos semanas, falta la “orden superior” para poner en “cuarentena” los despilfarros.

pguerrero@abc.com.py

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