En estos tiempos de pandemia, los costos de los “arreglos”, transas y coimas se triplicaron. Es decir, a los “guardianes” de nuestras fronteras le viene bien este mal que a 13 les mató por contagio, a unos cuantos por miedo y a muchos les está matando de hambre. Pero, no solo existe contrabando, en el campo también hay movimiento; movimiento de enormes topadoras que echan montes en total violación de las leyes ambientales, sin que se den por enterados los funcionarios de Infona, Mades, Fiscalía de Mediambiente y policías.
Se dice que con el “quédate quieto humano” que provoca la pandemia, la naturaleza se está renovando, pero eso no se aplica a los últimos montes de la región oriental y occidental del Paraguay.
Denuncias y mapas satelitales que manejan los entes de control demuestran los enormes planchones de desmontes que se están realizando. Pero en vez de combatir, los sinvergüenzas de estas instituciones van, coimean y hacen la vista gorda.
Ni hablemos de lo que hacen las instituciones públicas con los recursos que manejan. Salvo honrosas excepciones, intendentes, gobernadores y administradores de la cosa pública en general están haciendo su agosto con escandalosas sobrefacturaciones. Y nada se puede hacer porque las dos instituciones que más preocupadas deberían estar en combatir la corrupción estatal: Contraloría General de la República (CGR) y Dirección Nacional de Contrataciones Públicas se convirtiendo (DNCP) se han convertido en los principales cómplices, blanqueadores y encubridores de los ladrones de guantes blancos.
Nadie sabe aún cuántas vidas y cuánto dinero costará el covid-19 a todos los paraguayos, pero los sinvergüenzas del Estado están rezando para que esto no pare. Cuanto más dure, más dinero se embolsarán.