Paraguay de ayer y de la actualidad

Hace más de un siglo, un ilustre compatriota, el Dr. Eligio Ayala, describía magistralmente algunos “atributos” que adornaban a los políticos de su tiempo. Para tragedia nuestra siguen tan vigentes y actuales como en aquel lejano año 1915 lo que reflexionaba en un escrito, fechado en Berna, Suiza.

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Citemos a modo de ilustración algunos fragmentos de ese texto imperdible, que por cierto debería ser de lectura obligada en escuelas, colegios, círculos de amigos, etcétera, para ver si mediante la reflexión y el análisis de su mensaje podamos lograr despertar de la modorra y de la apatía con las que arrastramos nuestra cotidiana existencia, mientras vemos que nuestro Paraguay se hunde en la pestilente cloaca de la corrupción.

Advertía Ayala que hasta para fabricar salchichas se requieren aptitudes especiales, mientras que para ser legislador o ministro en el Paraguay “el talento y los conocimientos son superfluos”, y que “la preparación, el carácter, la honestidad, a veces estorban”. Muchos, la mayoría, de los políticos y funcionarios de nuestro país ratifican perfectamente tal afirmación.

Respecto de la honestidad, los ejemplos de “tragadas” de los recursos del Estado –como el reciente sonado caso del Instituto de Precisión Social (IPS)– solo vienen a confirmar lo señalado en su análisis por el doctor Eligio Ayala, ya en 1915, de que el Estado “se ha convertido en un oportunismo de detalle, de expediente, al día, que libra la economía nacional al capricho de los intereses particulares pequeños del presente”.

La insaciable voracidad que observamos hace que veamos el robo, la deshonestidad, el arribismo, como un hecho cotidiano, banal, que ya ni asombra ni escandaliza cuando se roban el dinero para la leche de los escolares o el medicamento de los enfermos que solo pueden acudir a los hospitales públicos.

Para cerrar, algunas líneas del memorable escrito: “Los enemigos de ayer conspiran juntos, los amigos de hoy se venderán mañana. En vez de partidos se forman círculos esporádicos y convulsivos de pequeños ambiciosos. Los partidos tradicionales, en vez de ser útiles a la patria, utilizan la patria; en vez de servir a sanos intereses nacionales en el Gobierno, hacen que el Gobierno les sirva a ellos”.

Cualquier semejanza con nuestro Paraguay del siglo XXI, ¡no es ninguna casualidad!

jaroa@abc.com.py

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