Al rescate del bordado en punto cruz

Lo aprendían en la escuela o del entorno más cercano; tuvo su auge y su declive, pero hoy está de vuelta y se moderniza cada vez más. El punto cruz es un tipo de bordado que, como su nombre lo indica, se realiza por medio de pequeñas cruces que van formando diseños increíbles.

Al rescate del bordado en punto cruz
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Hilos, bastidores, telas, agujas y muchas ganas de bordar forman parte del kit para empezar a transitar el camino de esta técnica de antaño que hoy ve un renacer. Alfombras, tapices y grandes cuadros textiles formaban parte de lo que se veía comúnmente del punto cruz; hoy se aprecia en modernos cuadros decorativos, en el realce de camperas de jeans, pantalones y otras indumentarias. Son varias las personas que se van sumando al aprendizaje y aún quedan algunas de la antigua ola para seguir transmitiendo conocimientos y talento.

Un “extra”que reditúa

Una de las personas que desarrollan esta técnica es Rosa Franco (32), oriunda de la ciudad de Lima (distrito del departamento de San Pedro). Es mamá soltera de una hermosa niña de 4 años, llamada Daniela, y es licenciada en Administración de Empresas. Cuando recibió la noticia de su embarazo quiso hacer ella misma las toallitas y pañalines, buscó ideas en internet, vio el bordado en punto cruz y le gustó e investigó a través de YouTube sobre la técnica. Empezó a bordar para vender y así generar un ingreso extra, y desde entonces no paró: “La primera vez que hice tuve una linda sensación, porque estaba bordando con mucho amor para mi nena que estaba en camino”.

Explica que el punto cruz es una forma de bordado muy antigua; son puntadas que quedan en forma de equis o cruz y para realizarlo se necesitan materiales como agujas, hilos en diferentes colores, bastidor en forma de aro o tambor, y la tela panamá, también conocida como panamina, además de mucha paciencia.

Lo que más hace son los bordados personalizados en toallas, generalmente para regalos de baby shower o las de rostro para utilizar en oficinas o sanitarios y las toallitas de mano para que los niños lleven a la escuela.

Cuenta que al salir de su trabajo va a su departamento, donde se sienta a bordar en un sillón de su habitación, con la luz adecuada y lo más cómoda posible, para no cansar la espalda ni la vista. Una entrada adicional de dinero que, además, le hace pasar un buen rato.

/más info/ Facebook: Punto Cruz Daniela / Instagram: @danielacreaciones23

La paz de las manualidades

No son pocas las personas que recurren a las actividades manuales para escapar de las tensiones del día. Una de ellas es Yvonne Alexandra Benítez Andreieff (26), asuncena y odontóloga, a quien le encanta bordar, porque esto la transporta a una paz y tranquilidad inigualables, además de que ejercita la dedicación y la paciencia. Cuenta que lo aprendió en la escuela primaria, pero lo llevó a otro nivel trabajando con su madre, en honor a quien su emprendimiento lleva el nombre.

Ellas realizan todo tipo de bordados en punto cruz, explica, pero lo que más hacen son las toallas personalizadas para recién nacidos. Yvonne trabaja en su casa en un lugar tranquilo al aire libre, mientras se quita de encima todo tipo de estrés que trae del consultorio.

/más info/ Facebook: LUBITA-Puntocruz / Instagram: @puntocruzpy

Con la técnica hace 70 años

Tiene 85 y es oriunda de la compañía Cumbarity de Villeta. Doña Catalina Benítez se dedica de lleno a labores creativas entre la placidez de sus floridas plantas del jardín. Cuenta que desde los 15 años hace croché y punto cruz. Ambas técnicas las aprendió tan solo observando cuando otros lo hacían, ya que le encantaba y eso hacía que prestara muchísima atención.

Su madre era fanática del croché, habilidad que heredó Catalina y luego expandió aprendiendo otras manifestaciones artesanales como la pintura –actividad que realiza hasta ahora y con los materiales que tenga a su alcance, sean estos crayolas, tintas o esmaltes de uñas–. Estaba claro muy pronto que lo suyo se hacía con las manos.

La señora Catalina trabaja por pedidos, y hace generalmente individuales, manteles, “carpetitas”, almohadones u otras opciones que le soliciten, como cuadritos decorativos. Los motivos más solicitados son las flores y unos coloridos gallos que resultaron un éxito total.

Ella aprovecha cualquier hueco en su rutina diaria para avanzar con algunas puntadas, aunque con el tiempo esta va siendo una tarea cada vez más delicada, puesto que cansa a la vista. “Si tenía más tiempo iba a hacer más y más”, confiesa la guapa creadora, quien también sigue realizando todas las tareas del hogar en medio de mucho verde, animales de la granja, pomelos y mandarinas, y alegres flores, encanto de campo que le sirve de diaria inspiración.

Relata que ya desde el comienzo pudo vender sus creaciones, especialmente en Navidad tiempo en que se dedica a bordar el famoso Papá Noel y otros clásicos para adornar manteles u otros. Lo principal es que le encantan las manualidades y estas le brindan bienestar y relajación, además de que fue un sustento para criar a sus 7 hijos, a quienes mantenía bordando pañuelitos, comenta.

Esta emprendedora guarda revistas de punto cruz desde hace años, y le siguen regalando algunas más modernas, de las que saca nuevos modelos para plasmar en sus telas y pasar sus días de la mejor manera.

Un trabajo minucioso

Economista de profesión, pero apasionada del punto cruz, Blanca Cantero (47) cuenta que comenzó a bordar cuando era adolescente, y aprendió de su madre, doña Rulfrida. Un poco más tarde, gracias a unas amigas americanas, tuvo encuentros con revistas de esa procedencia. En aquellas páginas encontraba diseños en un estilo mucho más trabajado que el que ella conocía, y aquello le fascinó. Empezó bordando pequeños cuadros decorativos y luego fue mejorando su técnica y se esforzó en encontrar cada vez más hilos y más revistas. Con mucha emoción recuerda que luego fue ella quien le enseñó a su mamá otros puntos más avanzados. “Por mucho tiempo nos sentábamos juntas bajo un yvapovõ y bordábamos por horas, mientras tomábamos tereré; tengo hermosos recuerdos de mi mamá y el punto cruz”.

Relata que, estando en la universidad, esta manualidad le sirvió como fuente de ingreso; hacía suvenir para 15 años, toallitas, camineros, manteles, etc.

En este momento sigue la técnica más bien como una terapia. Bordar le relaja completamente. “El punto cruz es una prueba de paciencia”, dice, y añade que un trabajo puede llevar meses, años inclusive. Además de los diseños que encuentra en las revistas, cuenta que le encanta bordar letras, y hasta frases.

Le gusta trabajar con materiales de excelente calidad, tanto en la tela como en las fibras con las que borda, ya que ello influye muchísimo en el resultado final. Además, un punto cruz bien hecho dura una vida, dice. También recomienda cuidarlos con mucho cariño, con un buen resguardo y un lavado adecuado, siempre a mano.

/más info/ Celular: 0981918732

Excelente para cuidar el cerebro

Mucho se habla de los beneficios de las manualidades; en principio son una buena manera de entrar a un estado de relajación, cuando se disfruta de la actividad. El médico neurólogo y especialista en neuropsicología doctor Miguel Aguilar explica que manualidades como el croché, el tejido a dos agujas, el bordado de punto cruz y otras con movimientos repetitivos son las denominadas habilidades manipulativas, que ponen en exigencia la motricidad fina y la coordinación segmentaria, pero también los procesos visuoconstructivos y visuoespaciales, habilidades que en neuropsicología se conocen como praxis constructivas, en las que participan las regiones frontales, parietales y temporooccipitales. Es por ello que realizar dichas actividades estimula fundamentalmente esas áreas del cerebro.

“Estas actividades requieren de una atención sostenida. Si a la persona le gusta y disfruta realizar esta tarea le permitirá entretenerse y concentrarse para dejar de pensar en sus preocupaciones, pero no va a reemplazar a ningún tratamiento, en el caso de que presente un trastorno de ansiedad o depresión”, recalca. El médico también comenta que toda actividad que requiera de la motricidad fina y la elaboración de constructos –como por ejemplo el dibujo, el armado de bloques o de cuentas– representa un desafío mental y puede ayudar al desarrollo de la coordinación. También añade que lo ideal es comenzar a incluir estas actividades en la rutina diaria de prevención del deterioro cognitivo desde muy temprano, pero enfatiza que a partir de los 40 años es un ejercicio estupendo para mantener el cerebro con una gimnasia diaria.

Además, si se hace en grupo tiene el beneficio de la socialización, lo que permite la interacción de experiencias y el disfrute que esto pueda llegar a producir; sumado a esto el uso de los procesos de comunicación que enriquecerán y estimularán el lenguaje.

/más info/ Facebook: INPAL o Instituto de Neuropsicología del aprendizaje y del lenguaje.

alba.acosta@abc.com.py

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