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Las sillas Reina Ana y la tapicería clara armonizan con voiles a modo de cortinas liadas al barral. El jardín que ingresa visualmente por las aberturas de vidrio templado es un regalo de la naturaleza exuberante de árboles, hiedras, orquídeas y hojas de vista. Las alfombras persas y otros tejidos cubren sectores de tertulias que los anfitriones se encargan de hacer inolvidables.
Fotos familiares, objetos de peltre, plata y acero conviven con follajes y velas de Or Noir.
Como es una casa que se renovó con el tiempo, hay suficiente lugar para crear espacios mágicos como el que propone la chaise longue colocada junto a un muro revestido de piedras laja. Luces empotradas dirigen el interés y crean efectos en el cielorraso con spots y arañas.
La cocina
En un ala privilegiada de la residencia funciona el laboratorio hogareño, obra de La Bella Cucina con todas las de la ley, pues a la dueña le encanta preparar platos para la cena. Una isla central concentra el trabajo de las cocinas eléctrica y de gas con cajoneras y tapa de granito. El piso que semeja madera está en la base, y lo rodea el porcelanato con los estantes y mesadas. El sitio es una inspiración para manos creativas, mientras el verdor asoma por las ventanas y la brisa de otoño se empieza a sentir.
mirtha@abc.com.py