Virtuosismo

El compositor italiano Giuseppe Verdi dijo: “Adoro el arte. cuando estoy solo con mis notas, los latidos de mi corazón y las lágrimas caen. Mi emoción y placer son inmensos”. Sumémosle a esa frase, otra del escritor inglés William Shakespeare: “El hombre a quien no conmueve el acorde de los sonidos armoniosos es capaz de toda clase de traiciones”. El género dramático ha colaborado cientos de veces para que el ingenio de los maestros dibuje, con música o literatura, su inspiración. Lorena Gómez adquiere este carácter, lo personifica, lo canta y demuestra así la belleza de las expresiones artísticas. Con el inicio de una temporada que promete grandes despliegues y mucho trabajo en equipo, mañana dará vida a Desdémona, protagonista de la ópera Otello, una de las obras más celebradas de Verdi, basada en la tragedia de Shakespeare, demostrando que, a pesar de la línea de tiempo que separa ambas creaciones, tanto con la poesía como con la música elevadas a su máximo brillo, una historia puede resonar contundente. Antes de la cita en el Teatro Municipal de Asunción Ignacio A. Pane, nos adentramos al universo de una primerísima soprano como pocas en nuestro país.

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Teniendo en cuenta el bagaje de roles que interpretaste, ¿cómo preparás la voz al abordar tesituras muy graves y agudísimas sin dañar o esforzar tu elemento de trabajo?

Estoy en constante capacitación, leyendo sobre técnica vocal y cuidado de la voz.

Mis profesores la clasifican con el registro de soprano lírica con algo de graves, permitiéndome abordar roles dramáticos, vocalizando de acuerdo al estilo y dificultad del personaje. Además, en la compañía de ópera de la Universidad del Norte estamos en constante entrenamiento con los maestros que nos orientan.

En relación al carácter de cada personaje, ¿qué representan en ellos las variaciones con coloraturas sobreagudas, las intenciones de los tonos bajos lúgubres o el virtuosismo del canto?

Cada compositor utiliza diferentes recursos para denotar ciertos caracteres y emociones: los sonidos bajos se emplean, por lo general, para transmitir dolor, tristeza. Depende muchísimo también del texto de la composición. La intención se consigue con la inflexión de la voz, recurriendo desde la partitura misma a directrices, como marcatos, estacatos, acentos, etc., o también el cromatismo, demarcando intenciones perversas, de seducción, etc. Con respecto a las coloraturas y sobreagudos, el término coloratura se refiere a los elaborados ornamentos de una melodía.

Si hacemos mención al registro femenino agudo, la soprano de coloratura posee alta agilidad, generalmente con una tesitura bastante expuesta y, comúnmente, con la capacidad de manejar el registro del silbido. En sentido estricto, no se limita solo a una gama de voz; por lo tanto, dentro de la clasificación de matices, este recurso lo puede utilizar una soprano ligera, lírica, lírica –ligera o dramática–.

Es una herramienta de dificultad utilizada por los compositores para demostrar la capacidad vocal y el virtuosismo de una intérprete.

De las arias de ópera que ejecutaste, ¿cuál es la que te convoca mayores afectos, ya sea por el desafío estilístico o la música en sí misma, relacionada con el texto?

Amo el personaje de Violetta Valery, protagonista de la ópera La Traviata, de Verdi. Ella representa a una mujer de la vida fácil, pero con sentimientos sinceros también.

Cantar la cavatina (vocabulario empleado, generalmente, en las obras del siglo XIX, refiriéndose a la primera parte de un aria) Ah forse lúi y luego, la cavaletta (término que indica la segunda parte, por lo general, de ritmo más animado que la precedente) Sempre libera fue mi mayor desafío, tanto por la dificultad vocal como por las variaciones de coloraturas y sobreagudos. Es el rol que toda soprano quiere cantar.

¿Qué sentís encarnando un personaje desde el momento de su estudio, ensayos generales, la preparación estética que lo acompaña y la primera nota que resuena desde tus cuerdas vocales en escena?

¡Eso es algo difícil de explicar! (risas). Además de cantar, amo la actuación. Al encarnar un personaje, primero que nada, analizo el carácter, su psicología y en el escenario me olvido totalmente que soy Lorena, creyéndome el rol que interpreto.

Para eso, utilizo el método de Konstantin Stanislavski: la memoria emotiva. Eso me ayuda a entender las emociones del personaje, buscando transmitir desde lo vocal y actoral.

He llorado y surgieron lágrimas de dolor sinceras. Reí de felicidad o burla, sentí celos, he sentido tanto.

Cuando escucho a la orquesta, unos cuantos compases antes de cantar, esa adrenalina previa invade mi ser y, apenas resuenan las primeras notas, sé que el esfuerzo de tantos ensayos dará resultado y la satisfacción de recibir el reconocimiento del público me llena de plenitud.

¿Cómo considerás al estudio de la ópera y las zarzuelas, inmersos en un mercado cultural con poca incursión desde lo estatal en ese sentido y el déficit estructural de las academias que las promueven, enfrentándose a manifestaciones menos elevadas, pero mucho más masivas?

Es bastante difícil en nuestro país, justamente por el escaso interés gubernamental. El déficit de las academias, la falta de espacios y el desinterés desde la escuela misma hacia estas manifestaciones son problemas con los que el sistema político, aparentemente, no puede lidiar. Pocos niños conocen o fueron alguna vez a una zarzuela, desconocen que eso forma parte de la historia musical y folclórica de su país. 

Tengo el privilegio de integrar una compañía privada y, en ese sentido, estoy muy agradecida por la iniciativa del Dr. Juan Manuel Marcos, y aunque ahí tenemos medios para desarrollarnos, las manifestaciones culturales que nacen de una ópera, un concierto de orquesta o ballet deberían estar en la agenda constante y ser accesibles desde el Estado.

 

Con la idea de continuar su formación y el anhelo de destacarse internacionalmente, Lorena despunta todo el caudal de una versátil carrera, preparándose desde ya para la próxima apertura del telón, asimilando personajes que surgen de la impronta de reconocidos compositores, demostrando así que su pasión por la lírica trasciende y se convierte en una herramienta cultural, capaz de emitir coloraturas llenas de encanto y virtuosismo.

Lorena Gómez

Con el desafío de encarnar uno de los últimos roles concebidos por Verdi, esta talentosa soprano afina los detalles de una carrera que la llevó a dar vida a emblemáticas figuras del pentagrama lírico.

Un poco más sobre la obra

Otelo: el moro de Venecia es la obra escrita por Shakespeare que Verdi tomó para su penúltima ópera, en la cual hace notar toda su madurez como compositor.

Luego de Aida había anunciado su retiro, pero ni su fama ni sus editores se lo permitirían.

En un principio, la ópera se llamaría Jago, el envidioso alférez del protagonista, que con su aria Credo se ubica entre los roles más disputados de la lírica mundial.

Una historia que nos habla de las tergiversaciones, desde la maldad y la envidia que provocan la muerte del personaje principal, sumido en un abismo de celos.

Protagonizan esta puesta de la Universidad del Norte el tenor dramático Justo Rodríguez, el barítono Juan Ángel Monzón y la soprano Lorena Gómez.

La función de hoy y mañana se inicia a las 20:30 y la del domingo, a las 19:00.

Las entradas aún pueden conseguirse en la taquilla del teatro.

carlos.canete@abc.com.py

Fotos: Claudio Ocampo, gentileza

Maquillaje y peinado: Mario Cantero

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