Desde su nacimiento, el 10 de agosto de 1960, estuvo rodeado por los elementos del taller de su padre, el recordado escultor Hermann Guggiari. “Él me transmitió a mí y a mis hermanos el amor por el acero. Trabajamos con él desde que tengo uso de razón”, señalaba en una entrevista publicada por la Galería Afirme.
“Tiempo” y “Corrupción” marcaron el inicio de su trayectoria artística, que trascendió fronteras llegando a exponer en países como Suiza, Brasil, Uruguay, España y Chile. En 2006, su obra “Jatopa” fue elegida entre las tres mejores del Congreso Latinoamericano de Siderurgia, celebrado en Santiago de Chile.
Entre los monumentos que llevan su firma se encuentran el de Luis Alberto del Paraná, erigido en la ciudad de Altos; “Libertad y Fuego”, instalado en San Miguel, Misiones; y el de los Niños Mártires de Acosta Ñu, en Eusebio Ayala.
La Secretaría Nacional de Cultura lo recordó como un “escultor por opción indudable que se expresó con un estilo y brillo propio”, señalando que su temprana partida se produjo “cuando todavía podía ofrecer muestras de su talento”.
Guggiari también incursionó en la gastronomía.