Música para la esperanza y en memoria de las almas del 1A

“Ecos de Esperanza: Un festival en Memoria”, es el nombre de la primera edición del evento que se realizó anoche en el Sitio de Memoria y Centro Cultural 1A-Ycuá Bolaños, en coincidencia con la fecha en que, hace 19 años, se desató la tragedia que enlutó a todo un país.

El grupo Guaraní Folk formó parte de esta velada por la memoria.
El grupo Guaraní Folk formó parte de esta velada por la memoria.Pedro Gonzalez

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Este lugar, donde hace tanto tiempo perdieron la vida cientos de personas a causa de un gran incendio, ahora alberga a un gran espacio cultural donde se percibe tranquilidad. El espacio está cobrando otro significado y más aún gracias al arte. Son varios los eventos que ya se están realizando aquí como obras de danza o conciertos.

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En este marco, este lunes 1 de agosto se llevó a cabo “Ecos de Esperanza: Un festival en Memoria”, organizado por Daisy Núñez, hija de Elisa Norma, quien fuera una de las víctimas del incendio; y su novio Fabricio Soares.

La ocasión convocó a un público que llenó las butacas del teatro que también forma parte de todo este sitio cultural. El escenario recibió primero al cantautor Aldo Franco, quien solo con su guitarra empezó a entregar las primeras notas de emoción.

Con temas propios en clave canción de autor, como “Dibujarte con mi voz” y “Mitã’i rova ky’a”, abrió el camino de este evento. Un momento sumamente especial, fue cuando presentó la obra “Crónica de muertes sin anunciar”, que retrata sonoramente a varias historias que convergen en la tragedia.

El grupo Guaraní Folk subió luego a escena. Integrado por Jorge Bogarín, Francisco Bogarín, Alberto Cabrera, Fabricio Soares y Adrián Toledo, la banda dio un paseo a la gente por lo mejor de la música instrumental paraguaya, con una selección de polcas y guaranias como “Recuerdo de Ypacaraí”, “Regalo de amor”, y otras.

En un momento del espectáculo, entre los aplausos y la emoción de la platea, Jorge Bogarín tomó el micrófono para reflexionar sobre lo que los reunía. Señaló que ese día, se vio inmerso en la rutina, cuando de pronto notó lo importante que es disfrutar del simple hecho de estar vivos y de las cosas que nos suceden. “Sabemos la realidad y nos duele, pero que siga vivo en el recuerdo ese momento de alguien amado”, manifestó para desatar una ovación.

En este clima cargado de sentimientos, llegó el turno del Ballet Folclórico del Paraguay. Un grupo de doce bailarines, enfundados en delicadas ropas blancas, se apoderó del lugar para bailar una danza paraguaya estilizada, donde entre pasos finos y figuras atrapantes, terminaron honrando a los fallecidos con velas en el escenario.

El lugar quedó así en penumbras, solo con las luces de estas velas, para dar paso a la proyección de un audiovisual editado por Enrique Núñez, donde se podía ver imágenes de todas las personas que perdieron la vida ese día de 2004, para honrar su memoria.

Como la música era el vehículo para celebrar el paso por la vida de todas estas personas, el show siguió con la energía de Roscer Díaz y su grupo, formado por Iván Cheaib, Frabricio Soares y Heraldo Vargas. Ellos ofrecieron un abanico poderoso de música latinoamericana. Entre partes instrumentales cargadas de fuerza y el canto potente de Roscer, la gente se mostró alegre, regalando aplausos y también muchos vítores, al son de “Merceditas”, “Kilómetro 11″ y más temas.

El espectáculo culminó con una participación muy significativa, de Francisco Núñez, papá de Daisy y sobreviviente de la tragedia. Él se presentó acompañado de sus hijos Elisa, Enrique y Francisco, junto a Cristian Insfrán y Fabricio Soares. “Canto al Paraguay”, “Mis noches sin ti”, entre otras obras, musicalizaron el final de una noche imborrable para los que tuvieron la oportunidad de compartir y de seguir dando vida al legado de sus familiares, cuyos nombres también estuvieron presentes en la entrada del teatro.

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