Las funciones tendrán lugar este jueves 11 y viernes 12 de diciembre, en doble horario (20:00 y 21:30) en Evolución Danza, con un aforo reducido que busca ofrecer una experiencia íntima.
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“Umbral”, bajo la dirección general de Nastia Goiburú, Silvia Agüero y Gloria M. Morel, con asesoramiento en dirección y dramaturgia de Fátima Fernández Centurión, “es una experiencia escénica donde lo visible y lo invisible se entrelazan”, según señala el comunicado.
En esta apuesta, “tres piezas dialogan entre sí para explorar territorios oníricos que habitan entre la mente, el cuerpo y el espacio. Entre presencias que parecen surgir del subconsciente, casas que respiran y pensamientos que toman forma, la realidad se quiebra y aparecen otros mundos posibles. En ese borde —entre luz y sombra, entre adentro y afuera— el umbral se convierte en un lugar de tránsito, transformación y encuentro con lo desconocido”.
El tríptico está compuesto por tres piezas distintivas. La primera es “Susurros de insubordinación”, con dirección coreográfica de Nastia Goiburú y asistencia de dirección de Ekaterina Goiburú. Le sigue “Antes de”, codirigida coreográficamente por Silvia Agüero y Florencia Boccia. Finalmente, se presenta “La casa que sueña despierta”, bajo la dirección coreográfica de Gloria M. Morel.
Entradas a G. 80.000. Se pueden adquirir contactanto al (0985) 999867 con pago disponible mediante transferencia o en efectivo en puerta.
Cabe mencionar que la obra cuenta con apoyo del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondec), Nhi-Mu Teatro Áereo y Evolución Danza.
Hacia una búsqueda profunda
A pocos días del estreno de “Umbral”, conversamos con Gloria M. Morel, una de las directoras generales y creadoras del proyecto. En esta charla, comparte detalles sobre el proceso creativo, la identidad de Eq’e y los desafíos de crear danza contemporánea independiente en Paraguay.
–“Umbral” se presenta como un tríptico donde lo visible y lo invisible dialogan. ¿Cómo describirías, desde tu mirada, el proceso de creación para llegar a esta propuesta escénica?
Tuvimos reuniones y encuentros entre todo el equipo creador, las intérpretes y las directoras para discutir hacia dónde queríamos llevar el proceso creativo luego de meses de exploración. En esa lluvia de ideas surgieron conceptos y detonantes vinculados al subconsciente, los sueños, los mundos oníricos, el pensamiento y los estados mentales que luego se traducen en acciones corporales o pequeños relatos. A partir de eso, cada coreógrafa fue creando, junto con las bailarinas, situaciones en movimiento que despertaban esas inquietudes y preguntas.
Un detalle importante es el espacio escénico, porque la propuesta dialoga fuertemente con la arquitectura del lugar de presentación: el local de ensayos y la casa que alberga este espacio. Más allá de que nos guste el resultado y disfrutemos esta etapa de intercambio con el público, pienso que también se verá un proceso diferente a lo que suele presentarse en el medio de la danza. No es una propuesta convencional en un teatro o auditorio. El público estará cercano a las intérpretes, en una atmósfera íntima e integradora.
La danza de grupos profesionales en nuestro medio suele orientarse a espacios de gran amplitud. Nosotras queremos proponer una experiencia donde las intérpretes se conecten con la pieza desde diferentes capas de movimiento, expresión y diálogo con el espectador. Tener al público cerca crea el desafío de sostener técnica, energética y artísticamente la pieza, porque la proximidad aumenta la exposición: la técnica debe estar precisa; la mirada, el cuerpo y el rostro presentes; y el público será más consciente del esfuerzo, la respiración, la proyección y el contacto sensorial. Creo que es interesante ofrecer otras poéticas desde la danza.
–¿Qué elementos emocionales fueron clave para construir la atmósfera lograda?
Buscamos que la proximidad con el público permita vivir de cerca los diferentes cambios emocionales, espaciales y corporales que cada pieza propone. Queríamos conectar tanto desde lo abstracto como desde lo cotidiano, para que quizá el público encuentre alguna identificación. La presencia de estímulos sensoriales e imágenes nos permite crear diferentes mundos y percepciones, recordando que la danza contemporánea ofrece una gran libertad interpretativa tanto para quien observa como para quien crea.
–Las tres piezas mantienen una identidad propia pero dialogan entre sí. ¿Cómo fue el proceso para hilarlas sin perder sus particularidades?
La idea de crear tres piezas distintas surgió de la necesidad de trabajar algo más compacto y de presupuesto reducido, de forma que cada coreógrafa pudiera desarrollar su obra con los recursos disponibles, usando creativamente lo que podría parecer una limitación. Cuando vimos cada pieza terminada, notamos que tenían una singularidad interesante y que no hacía falta generar transiciones complejas entre ellas. Encontramos conexiones naturales: símbolos, imágenes y gestos que se replican. Así invitamos al público a recorrer los espacios y transitar de una pieza a otra de manera orgánica.
–En tu caso, dirigís La casa que sueña despierta. ¿Qué te inspiró y qué sensaciones buscaste provocar en el público?
Siempre intento ejercitar la escucha y la observación hacia las ideas que surgen de manera colectiva. Hablar, probar, escuchar las propuestas de las intérpretes, hacer preguntas, intercambiar miradas y reflexiones con mis compañeras creadoras fueron parte fundamental del proceso. También me alimenté de cosas que observo o que viví fuera del espacio creativo: obras que ya vi, creé o bailé, prácticas corporales que experimenté y las sensaciones que dejaron en mí.
Me gusta pensar que hago obras que a mí también me gustaría bailar, o que puedan despertar diferentes estados o preguntas en el público. El espacio fue clave: se trata de una casa real, con su quincho y su patio. La idea de usar elementos preexistentes —muebles, luces— para generar atmósferas que rozan lo cotidiano y lo abstracto me despertó mucha curiosidad, y espero que también la despierte en el espectador.
– Eq’e es una compañía integrada exclusivamente por mujeres. ¿Cómo influye esto en la identidad artística y la metodología de trabajo?
La compañía nació en 2022 con el deseo de ofrecer, desde la danza independiente, mayores oportunidades profesionales y espacios de creación y dirección a mujeres paraguayas. En un contexto donde, aunque haya más mujeres dedicándose a la danza, los espacios de poder siguen ocupados mayoritariamente por hombres, queríamos sostener un trabajo colectivo lejos de estereotipos de competencia negativa.
Creemos en el aporte común y en el crecimiento compartido, poniendo sobre la mesa nuestras inquietudes, relatos y narrativas. Buscamos construir un lenguaje corporal propio que dialogue con la contemporaneidad que nos toca vivir.
–¿Qué desafíos surgieron durante el proceso?
La falta de un apoyo consistente y real para crear y producir danza independiente profesional en Paraguay nos marca a todas en diferentes niveles, limitando la posibilidad de procesos más profundos, regulares e inmersivos. Todas trabajamos también en distintos roles fuera de la compañía —no siempre vinculados a la danza— y cargamos con esa mochila de dificultades, pero también con las ganas de dedicarnos a esto en nuestro país.
Parece una queja repetida, pero no se puede dejar de visibilizar el daño que ocasionan la desaparición de fondos, los retrasos o recortes en los desembolsos y la falta de políticas específicas para nuestro sector. Sin embargo, esa convergencia colectiva nos potencia y sensibiliza, creando una voz propia que sostiene nuestra existencia y que, de alguna manera, busca inspirar a otros a hacer fuerza y presencia común.