Enanitos Verdes: “Paraguay es parte de nuestras primeras nostalgias”

Para Felipe Staiti, uno de los miembros fundadores de la banda argentina Enanitos Verdes, Paraguay es un punto clave desde los inicios de su carrera, ya que fue uno de los primeros países al que vinieron al empezar a salir de gira. Falta poco para que regresen, el próximo 26 de enero como parte del festival Flashback, donde compartirán el escenario del anfiteatro “José Asunción Flores” con Os Paralamas do Sucesso, El cuarto Soda y La Retroband.

Felipe Staiti (c) sigue portando la bandera de los Enanitos Verdes, aquí junto a Jota Morelli y Guillermo Vadalá.
Felipe Staiti (c) sigue portando la bandera de los Enanitos Verdes, aquí junto a Jota Morelli y Guillermo Vadalá.gentileza

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En la casa de Felipe Staiti todo el tiempo había música. El piano era “un patrimonio” de su mamá y su hermana, algo que él veía con cariño. Pero para el pequeño Felipe su amor se iba hacia la guitarra, aunque él no sabía por qué, era un deseo y un sueño. El hoy gran músico reconoce que fue un privilegio el hecho de poder elegir seguir el camino de la música, un camino que siempre le llamó.

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En ese sentido, parando un poco y poniéndose a pensar en todo el camino recorrido, desde que se juntaron con Marciano Cantero y Daniel Piccolo, allá hacia finales de la década del 70, él es muy consciente de que está viviendo sus sueños.

“Yo creo que particularmente estoy transitando mi sueño de adolescencia, sigo transitándolo, porque cuando empezamos a tocar en mi habitación, que estaba llena de pósters de mis ídolos del momento, yo me alimentaba de eso. Me dormía en la noche mirando a Ritchie Blackmore, Van Halen, Spinetta, pensando en esos escenarios, queriendo proyectar mi vida a la música. Gracias a Dios ese sueño es el que sigo soñando. En realidad es como un privilegio que siento de poder hacer lo que he soñado para mí”, reconoció en una conversación con ABC.

La plataforma Zoom fue la elegida para la charla, lo que nos permitió ver a Felipe en una sala de su casa, en su Mendoza natal, rodeado de instrumentos. Desde allí ofrece entrevistas antes de emprender viaje hacia una nueva gira, donde los sueños seguirán cumpliéndose, en gran parte honrando la memoria de Marciano, quien falleció en septiembre de 2022.

Y es también Cantero quien es recordado en esta conversación, porque fue obviamente su gran cómplice a la hora de empezar la banda. Staiti era de ir a la iglesia por haber hecho un retiro espiritual con los Maranata. Casualmente, la iglesia tenía un grupo de música, “pero yo estaba más interesado en la música que por los mandatos divinos”, confirmó entre risas.

“Iba los sábados a la tarde a ver los ensayos del grupo, ya un poco tocaba la guitarra. Marciano no era de la iglesia, pero siempre andaba con equipos de audio, tocaba el bajo, venía los sábados a hacer sonido o a traer algún equipo, entonces ahí nos conocimos. Después yo fui parte del grupo (de iglesia), tocábamos con una impronta de rock, componíamos canciones no tan estrictamente eclesiásticas, pero yo tenía mi corazoncito en otro lado. Con Dios todo bien, pero yo quería darle una respuesta más musical a mi vida, entonces nos empezamos a juntar por afuera de la iglesia”, relató.

-¿Esas respuestas las encontraste enseguida o ya pensabas en eso desde antes?

-Cuando abracé la música fue desde muy chico. Me inicié en un seno familiar de mucha música, entonces la música siempre estuvo muy cerca y siempre tuve bien en claro que mi destino estaba un poco marcado por eso. A mi hermana la mandaban a aprender piano y yo no sé de dónde saqué la motivación de querer aprender guitarra porque no tenía ninguna referencia, pero por pensar que tal vez el piano era más un patrimonio de mi mamá y mi hermana se me ocurrió decir “quiero aprender guitarra”.

Empecé y me encantó y cuando tuve mi primera guitarra eléctrica dije: “esto quiero para mi vida, quiero la electricidad”. No tuve tantos planteamientos adolescentes de que no sabés para qué lado arrancar. Por supuesto empecé la facultad, hice un poco de Ciencias Económicas un año, pero siempre a la guitarra la tenía cerca y la música era mi norte. Entonces entre todas las incoherencias que he tenido en mi vida lo más coherente ha sido que la música ha sido siempre la zanahoria adelante.

-Entonces la búsqueda estuvo siempre.

-Yo nunca me cuestioné la música, me la rebusqué para que la música sea lo que pagara mis cuentas. Si no pudiera pagar mis cuentas igual la música la tendría porque tuve otro tipo de trabajos, cuando cumplí 18 empecé a trabajar en la empresa con mi papá pero siempre tuve la música a la mano y tenía claridad para decir “quiero vivir de esto, es lo que me satisface”. Incluso en mi tiempo libre reincido porque mi tiempo libre es con la música y trabajo con la música, es un repetición de ayeres, pero cuando se te junta la pasión, el trabajo, el hobbie, el amor, todo está ahí en una misma cosa.

-Y en todo este tiempo transcurrido ¿la obra también se va resignificando, ahora teniéndote al frente en la voz, compartiendo con Guillermo Vadalá y Jota Morelli, luego de la partida de Marciano?

-Por supuesto. Justamente es como una nueva etapa en nuestra vida artística. Con Jota (Morelli) hace muchos años que tocamos y la incursión de Vadalá le ha dado un vuelo muy especial también a las canciones, con esta base y formato de trío acostumbrado. También incorporamos en el teclado a Bosco (Aguilar), también en coros es la primera vez que tenemos una mujer en el grupo, que es Arita (Rodríguez), y Damiano (Castroviejo) que es un gran cantante.

Siempre me gusta describir como que somos un barrilete saliendo de una tormenta, entonces en este vuelo que estamos haciendo estamos volando muy alto por el sonido y por la energía que hay. Obviamente que las canciones están teniendo un lugar de... me sale la palabra vuelo, pero estamos muy ambiciosos en lo que estamos haciendo, musicalmente impecables. Estamos poniendo la canción en lo más alto que podemos y con muchos proyectos para seguir hacia adelante, para honrar también el tiempo compartido con Marciano, porque habían dos opciones, o quedarnos en el duelo, doliendo, o salíamos a celebrar el tiempo compartido. Yo siempre prefiero quedarme de ese lado porque la vida es para adelante.

-Y las canciones también ya son de la gente.

-Totalmente, aparte es una cuestión de pertenencia, también es la historia de nuestras vidas, no era un proyecto personal, de hecho lo empezamos con Marciano y hay mucha gente involucrada, mucha historia atrás. Es algo irreparable la pérdida, pero los que quedamos tenemos que seguir adelante.

-Además la banda sigue vigente en un contexto de industria musical muy diferente ¿Cómo sostenerse?

-Yo creo que con la honestidad ante todo, porque cuando es algo fake la gente se da cuenta, es muy fina la capa de piel que cubre lo que es falso. Los “Enanitos” siempre hemos tenido una honestidad brutal de que hemos hecho lo que hemos sentido y lo que hemos sentido ha sido cada disco, cada tour. Lo que estamos haciendo ahora es de una honestidad brutal también. Que no estemos buscando una voz que cante como Marciano o alguien que se le parezca es una cuestión de pertenencia, de decir: “esto es algo que tenemos que arreglar nosotros, no podemos poner a alguien que se ponga a cantar nuestras canciones y no haya tenido una historia compartida con nosotros, que no tenga un lugar desde donde decir las cosas”.

Y yendo más a la pregunta, en cuanto a todo esto que muestra la vidriera de la música, creo que estos son tiempos como de una satisfacción inmediata, de pseudo música que aparece donde hay una satisfacción instantánea pero no te deja nada, creo que nosotros estamos del lado donde las canciones te dejan algo y eso no se pierde, y pueden convivir perfecto, porque a mí también me gustan las cosas de satisfacción instantánea, tomo una Coca helada y me deja una sensación divina, pero yo no tengo una cava de Coca, tengo una cava de vinos, porque es lo que me deja un mensaje, entonces un poco creo que nosotros o grupos como “Enanitos”, formamos parte de esa cava de vinos y no de Coca que te refrescó y pasamos a otra cosa.

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-Eso ligado al hecho de regresar a Paraguay, tiene un sentido emocional también porque el sentimiento perduró en el público, además vuelven a compartir con Paralamas.

-Paraguay es parte de nuestras primeras nostalgias, porque fue uno de los primeros países a los que fuimos, como lo fueron Chile o Perú, que nos abrió los brazos y entendimos el afecto de la gente, el amor. En cada visita que hemos hecho hemos renovado ese romanticismo con Paraguay. El hecho de volver ahora con los Paralamas, que mencionaste, es increíble porque en el ‘95 hicimos una gira por Chile y nunca más hicimos nada juntos, cada uno hizo su vida artística. Volver ahora a Paraguay y tocar con Paralamas, -que tengo unas ganas de darle un abrazo a todos porque los quiero mucho-, después de tantos años que no nos hemos visto, es algo por demás auspicioso, es un reencuentro entre amigos, en un pueblo tan hermoso y hermano como es Paraguay. Tiene un montón de significado, para decirles “miren todas las cosas que nos han pasado en estos años y acá estamos, en un pueblo tan lindo como Paraguay, un pueblo tan hermoso como lo es San Bernardino, con viejos amigos”, es algo buenísimo.

-Finalmente y solo por curiosidad, teniendo en cuenta el nombre de la banda, ¿creés en vida alienígena?

-(Risas) Si te soy franco no creo mucho en la vida extraterrestre o por lo menos la vida como la pensamos, de los seres con las antenitas. Creo que lo que vemos es lo que hay. Nosotros como planeta somos un milagro. Si estuviéramos corridos un segundo del Sol esto sería hielo o fuego, no estaríamos en una condición de vida tal. No sé si seremos los únicos pero no creo mucho en platos voladores. Creo que Hollywood ha hecho mucho en favor de la fantasía y se nos ha instalado en un punto el chip del plato volador de su mano. La realidad es otra. Creo en los Enanitos Verdes, que es algo lindo para fantasear.

Flashback Fest

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